Si hay nervios o ansiedad, a María Laura Fortunato no se le nota. A punto de participar en su segunda Copa Mundial Femenina de la FIFA, tras estrenarse en Francia 2019, la argentina es tan clara con sus palabras como lo es con el silbato. “Estoy mucho más preparada física, técnica y psicológicamente. Creo que es la base para afrontar este Mundial”, afirma a FIFA.com la árbitra de 38 años.

Y piensa disfrutarlo, claro. No sólo por todo lo que le costó llegar hasta aquí, sino por otro motivo bastante más simple: “El arbitraje es mi vida. Vivo fútbol, y vivo arbitraje… Después de mi familia, es lo más importante que tengo”, agrega sin perder la calma.

¿Cuánto tuvo que ver el ambiente familiar para sus inicios en el mundo de la pelota cuando era niña? “Poco y nada. Siempre me gustó jugar al fútbol, pero me nació solo, porque en casa no eran futboleros”, confiesa sin dejar de sonreír.

“Cuando era muy chiquita jugaba en las plazas y parques con amigos, todavía no había muchos clubes con fútbol femenino. Cuando apareció uno, jugué un par de años, pero luego me pasé al futsal hasta que surgió lo del arbitraje. ¡Y esto me enamoró!”, dice esta porteña, árbitra internacional FIFA desde 2010.

Un amor tal que no recuerda cuál fue el último partido que disfrutó de hincha. “Los miro todos con ojos de árbitra, es raro despegarse de la profesión. Quizás alguno de la selección, pero apenas el árbitro cobra algo, me focalizo en qué puede haber visto o pensado, en dónde estaba parado, en cómo marcó el cobro… Y busco tanto lo bueno como lo no tan bueno para seguir aprendiendo”.

Es más, ni siquiera le molesta cuando algún amigo, amiga o periodista la contacta con alguna duda reglamentaria. “Está bueno porque casi siempre son jugadas raras, que a veces me generan dudas hasta a mí, y me sirven para reflexionar qué hubiera hecho yo. Pero siempre para buscar el lado positivo de la situación, ¡y esclarecer la duda, claro!”.

En ese contexto encuadra el repasar todos sus partidos, como por ejemplo el único que le tocó arbitrar en Francia 2019, en el que Estados Unidos goleó a Tailandia 13-0. “Lo vi varias veces, buscando los aciertos y los errores. Soy muy autocrítica pero no para castigarme, sino por aquello de seguir aprendiendo. Algunas críticas de afuera son dañinas y lastiman, pero la autocrítica es clave para mejorar”, explica Fortunato, que también ofició como cuarta árbitra en tres encuentros de ese torneo.

Hasta ahí, entre los hitos de Fortunato estaban el haber arbitrado en dos Copas Mundiales Femeninas Sub-17 de la FIFA (2016 y 2018), tres Copas América (2014, 2018, 2022) y dos Copa Algarve (2017 y 2018). En ese 2019, después del Mundial, le tocó arbitrar el primer superclásico femenino de la era profesional en Argentina, en el que Boca Juniors derrotó a River Plata por 5-0.

“Dirigir ese partido y en la cancha principal de Boca, con lo que eso significa, fue un orgullo enorme, una emoción impresionante. Fue un paso trascendente para el fútbol femenino, pero también para el arbitraje, porque a partir de ahí se visibilizó mucho más la mujer como árbitra. La repercusión fue beneficiosa para todas”, justifica.

Posteriormente también arbitró el Torneo Olímpico de Fútbol de la FIFA Tokio 2020, por lo que es interesante saber qué desafíos le quedan por cumplir luego de Australia & Nueva Zelanda 2023. “Los próximos se irán dando paso a paso. Me pongo objetivos a corto plazo para superarlos de a poco. El próximo es el Mundial, y estoy focalizada en eso”.

Tras los tres seminarios organizados por la FIFA para el grupo arbitral completo que asistirá al torneo, durante la última epata de su preparación, Fortunato ha entrenado codo a codo con las dos árbitras asistentes argentinas que también irán al Mundial, Mariana de Almeida y Daiana Milone.

“Con ellas hablamos todo el tiempo de fútbol, no solo cuando entrenamos sino cuando compartimos cancha, que por suerte últimamente pasó varias veces. La comunicación entre nosotras es crucial, tener palabras claves o identificar situaciones que nos permitan facilitar la toma de decisiones. Conocernos tanto ayuda un montón”, explica.

El puntapié inicial se aproxima rápidamente. Para Fortunato, es más que un premio o una situación de alegría y orgullo. “Cualquier árbitra quisiera estar ahí, es una posición de privilegio. Tenemos que respetar dónde estamos, aprender día a día, y mejorar para dar el 100%, o 200%, en el Mundial”.