jueves 16 febrero 2012, 14:49

Rosana, presión constante

Vista desde fuera, la situación de la centrocampista Rosana parece ideal. Al fin y al cabo, no cualquier jugadora consigue ser una de las piezas fundamentales de la selección brasileña y al mismo tiempo jugar en el ambicioso campeón europeo de clubes. La dueña de ese currículo podría estar contenta con lo que ha conseguido a los 29 años si no fuera por un detalle: vive bajo presión constante.

La palabra fue empleada por la propia jugadora varias veces durante su entrevista con  FIFA.com en referencia a sus dos misiones del momento. A pesar de que sus objetivos en ambos frentes son parecidos -alcanzar el título en todas las competiciones en las que participa- Rosana encara con la Canarinha desafíos que trascienden los límites del campo: nos revela que lucha también por que su equipo y su disciplina se afiancen en un país acostumbrado a las gestas de la selección masculina.

En el Lyon, la batalla es de menor tensión pero raya lo personal: hacerse por fin un hueco en medio de tantas futbolistas de élite. "Parece fácil estar en el club campeón de Europa, pero aquí hay mucha presión. Para ganarse una plaza en el equipo titular es necesario esforzarse mucho, porque el nivel es altísimo", explica. "En la selección la presión es diferente, y todas las jugadoras ya estamos acostumbradas. Ahí nuestro empeño es obtener resultados sobresalientes para intentar cambiar la forma en la que la modalidad se percibe en Brasil", nos cuenta Rosana.

"En Lyon y en Francia, la base está bien establecida, y el fútbol femenino está más consolidado. En este caso, la presión tiene más que ver con el afán de compensar la inversión que el club hace. La ventaja es que el club aporta una estructura que permite a las jugadoras concentrarse exclusivamente en jugar", agrega la paulista.

Evolución gradual Rodeada de desafíos, Rosana se dio cuenta enseguida de que su llegada al Lyon con la temporada ya en marcha exigiría mucho esfuerzo, incluso para quien está acostumbrada a recibir elogios por su versatilidad en la selección brasileña. Aunque ha seguido con atención la evolución de Francia, cuarta clasificada en la última Copa Mundial Femenina de la FIFA, la sorpresa al ver de cerca la aptitud de sus nuevas compañeras fue inevitable.

"Después de haber visto a Francia en el Mundial, tuve la curiosidad de averiguar el porqué de ese crecimiento. No tardé en constatar que el nivel aquí es altísimo", revela. "Y como buena parte de las jugadoras están en la selección, no he accedido directamente a la titularidad. Lo bueno es que el entrenador tiene entre manos un gran equipo y acaba rotando bastante, y yo creo que encajo bien en el fútbol europeo por el porte físico", destaca.

La centrocampista, que fue contratada en septiembre, tuvo que contentarse al principio con calentar el banquillo de suplentes, pero poco a poco ha ido labrándose su reputación. Hoy, aunque sigue alternando la titularidad con el banquillo y todavía no habla mucho francés, al menos puede enorgullecerse de haber sacudido tres veces las redes contrarias en el campeonato francés, y de haber sido decisiva en la victoria por 1-0 sobre el Montpellier en la 13ª jornada.

Metas audaces Si por un lado se siente cada vez más en casa en su club, por el otro se inquieta cuando le da por pensar en la selección brasileña. Sobre todo por el dolor que aún persiste desde la eliminación en la última Copa Mundial Femenina de la FIFA en la derrota a los penales frente a Estados Unidos tras un gol de Abby Wambach en los estertores de la prórroga. El disgusto sigue escociendo, pero la volante ha sabido extraer una lección positiva de aquella experiencia en Alemania.

"Claro que aquella eliminación duele todavía, principalmente por la forma en la que se produjo. De todos modos, sigo creyendo que Brasil tiene el potencial de estar siempre entre los tres primeros y de luchar por el título", asegura. "Tenemos un talento inmenso, y eso queda reflejado cuando salimos a jugar fuera. Es verdad que hemos involucionado en cuanto a los resultados, pero creo que siempre aspiraremos a subir al podio, porque aunque partimos de un grupo heterogéneo siempre acaba tornándose homogéneo. Es una característica curiosa y única".

Al recordarle los goles que marcó con la selección o las jugadas de efecto que hizo con sus compañeras Marta y Cristiane, Rosana alegra el semblante. Ahora bien, la jugadora sabe que la presión volverá a subir en los próximos meses. Primero con su club, pues se aproximan ya las jornadas decisivas del campeonato francés y de la Liga de Campeones. Y luego con Brasil, que en abril disputará un torneo amistoso contra Japón y Estados Unidos como aperitivo para lo que vendrá después.

"Va a ser una buena preparación para los Juegos Olímpicos. Siempre es conveniente jugar amistosos de alto nivel. Tal vez eso es lo que nos faltó antes del Mundial", sospecha la dorsal número 6 de la Canarinha. "Con el Lyon quiero conquistar los títulos de todas las competiciones en las que jugamos. Así, en julio, llegaría más animada a Londres. Quién sabe, igual hasta nos colgamos la medalla de oro".