El accidente de tránsito sucedió el 22 de diciembre de 2005, en la carretera que une Vicenza con Venecia, horas antes de volar a Paraguay para las Fiestas. 27 días más tarde, pese a los esfuerzos por evitarlo, los médicos debieron amputarle el brazo izquierdo. El paraguayo Julio González Ferreira tenía entonces 24 años.

Atrás quedaban los sueños forjados a fuerza de patear la pelota en su Asunción natal. Ilusiones que alimentó con goles y esfuerzo en sus clubes y con su selección: fue cuarto en la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Argentina 2001™, medalla de plata en el Torneo Olímpico de Fútbol Atenas 2004 y se había clasificado para la que debía a ser su primera Copa Mundial de la FIFA, la de Alemania 2006.

"Cuando el cirujano me dijo que debían amputarme el brazo se me vino el mundo abajo", dice González Ferreira a FIFA.com, en una pausa de su primera experiencia como parte del Grupo de Estudio Técnico de la FIFA en la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Argentina 2023™.

"Es difícil explicar todo lo que se me pasó por la cabeza… Si hasta tenía un pre-contrato firmado con la Roma… ¡Soñaba con reemplazar a quién era mi ídolo de niño, Gabriel Omar Batistuta!", agrega el exdelantero centro.

¿Cómo salió adelante? "El fútbol fue fundamental. Entendí que mi destino dependía de mí perseverancia, de lo mismo que me había llevado a ser futbolista profesional. Y me propuse volver a jugar, sin importar lo dijeran los médicos o la gente que pensaba que era imposible", explica González Ferreira, hoy de 42 años.

Si bien el Vicenza le ofreció un puesto de entrenador en las divisiones menores al promediar su recuperación, Julio volvió a Paraguay en 2007 para firmar con Tacuary. Allí, tras mucho trabajo y esfuerzo, volvió a jugar profesionalmente el 18 de noviembre de 2007, 22 meses y 26 días después del accidente.

Ante el poderoso Olimpia y con su hermano Celso como compañero, González Ferreira estuvo casi 60 minutos en cancha, y la noticia dio la vuelta al mundo, convirtiéndose en un ejemplo de resiliencia para miles personas. "Al lograrlo, el fútbol pasó a ser otra vez la prioridad en mi vida. Desde entonces, sigo ligado de una manera u otra".

El paraguayo se retiró 2008. Desde entonces, colabora con la Fundación del Inter de Milán en su país, entrenando a niños y niñas de bajos recursos. También se recibió de entrenador, título que ejerció en clubes de categorías menores. Desde el año pasado, además, es parte del programa de Leyendas de la FIFA.

Ahora, confiesa, atraviesa "momentos de mucha reflexión en Argentina". Es entendible, aquí jugó aquel Mundial Sub-20 en el que Paraguay logró un histórico cuarto puesto, con él como uno de sus jugadores destacados.

Hasta se sorprende cuando FIFA.com le recuerda con un vídeo los dos goles que anotó en esa edición, ante Irán en la fase de grupos y contra Ucrania en los octavos de final. "Tenía muchas ganas de volver a verlos. ¡Me traen recuerdos hermosos! Es una nostalgia linda", aclara.

González Ferreira incluso se emociona al hablar sobre qué significa para él integrar el GET de la FIFA justo aquí. "Es la respuesta que la vida me está dando, como diciendo ‘es premio al esfuerzo, al sacrificio y a que nunca te rendiste, nunca tiraste la toalla. La vida y el fútbol hoy te premian así’".

Entre reflexión y reflexión, el exatacante alista sus papeles y tableta para la primera jornada de los octavos de final. Durante los partidos, observará y analizará todas las cuestiones "tácticas, técnicas, físicas y hasta psicológicas del juego, generando datos que después son usados por los equipos y los jugadores. Y la FIFA los pone a disposición del mundo del fútbol a través del Centro de Entrenamiento, una plataforma pública", explica.

"Es excelente todo el material que se genera, porque además luego se produce un informe final del torneo. ¿Sabes lo valioso que hubiera sido contar tanta información en mi época de jugador?", agrega.

Agudizando su ojo de entrenador, de lo visto hasta ahora en el torneo le impresiona "cómo las selecciones arman juego desde la posesión de la pelota con arquero o con los defensores centrales, pasando por los laterales y los volantes para terminar con jugadas de ataque organizadas".

El duelo de turno está a punto de comenzar, y González Ferreira se zambulle en sus obligaciones con la sonrisa dibujada en el rostro, feliz de lo que le toca ser parte. Al fin y al cabo, el fútbol siempre da revancha para aquellos que perseveran.

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