jueves 28 junio 2018, 08:37

La respuesta de Thiago

  • ​Thiago Silva se ha hecho fuerte en el equipo brasileño

  • Tite ha vuelto a confiar en el defensor de 33 años

  • Anotó un gol contra Serbia

Por Giancarlo Giampietro, con Brasil

"¿Por qué no estás jugando con la selección brasileña si eres de los mejores con tu club?".

Es una de las preguntas que Thiago Silva tuvo que oír durante más de una temporada cuando se quedó al margen de la Seleção, al inicio de la fase clasificatoria de Rusia 2018, con Dunga al frente del combinado nacional.

Y puede que quienes viesen al central subir para cabecear por el primer palo y marcar el tanto que selló la victoria brasileña sobre Serbia este miércoles en Moscú lo recordasen. Si a eso le sumamos un soberbio desempeño defensivo —el que más importa, como recordó a FIFA.com—, su periodo de ostracismo pasa a ser más incomprensible todavía.

“La sensación es la del deber cumplido, no solamente por el gol, sino por la fase defensiva que atravesamos. Volvimos a estar muy bien y terminamos otro partido sin recibir goles”, afirmó. “Y en una situación así, cuando un jugador puede marcar, se siente aún más orgulloso”.

Brasil se medirá a México en octavos de final sin saber lo que es perder en 14 partidos. Desde la llegada de Tite, presenta un balance de una sola derrota en 24 encuentros, con apenas seis goles en contra. Estas cifras indican que, además de practicar un fútbol atractivo, el equipo sabe defenderse muy bien.

Contra una Serbia libre de complejos, la mejor forma de protegerse que encontraron los sudamericanos fue la más vistosa: controlar la posesión del balón. En ese sentido, pasaron un primer tiempo bastante tranquilo.

Pero el cuadro balcánico reaccionaría al regreso de los vestuarios, y puso a su oponente contra las cuerdas durante diez minutos. “Los partidos de selecciones son así, uno sabe que hay momentos en los que va a sufrir. Lo más importante es que el equipo supo capearlo”, señaló.

Dispersando las dudas

Thiago Silva habla con la cabeza erguida y los hombros relajados. No solo por encadenar una segunda victoria —algo que la Seleção no lograba desde la primera fase de 2010— y el consiguiente pase a octavos, sino también por su propia remontada personal.

Aunque no actuase contra Alemania en la semifinal de 2014, el zaguero tuvo que escuchar muchas cosas. Su imagen, la del capitán, llorando en el Mineirão tras el incómodo empate ante Chile se convirtió en uno de los símbolos de la campaña.

De repente, uno de los mejores centrales de su generación ya no servía. Este tipo de cosas pueden suceder en un país en el que el fútbol representa sin duda mucho más que un juego.

Y a ese respecto, se recordará una de sus primeras conferencias de prensa con el actual plantel mundialista, cuando Brasil estaba concentrado en Inglaterra. De nuevo, volvió a sincerarse sobre la desconfianza que lo había rodeado entonces. “Cuando uno no gana, lo tildan de fracasado”, dijo.

“Yo soy así [emotivo]. Pero lo fundamental es que eso nunca me ha afectado dentro de la cancha. Me esfuerzo al máximo por estar concentrado para poder ejercer mi función de la mejor forma”, continuó.

Y la emoción que demostró en Moscú fue de pura alegría, siempre dentro de la sobriedad de alguien que sabe perfectamente hasta qué punto en Brasil se puede pasar de la euforia a la depresión en un abrir y cerrar de ojos.

Es la única explicación al hecho de que un central de su categoría pasase tanto tiempo fuera de la selección. Tite trató de remediarlo, gradualmente, para ahora cosechar los frutos. Y ya conocemos la respuesta a la pregunta, aunque esta ya ha dejado de plantearse.