Incluso en el beach soccer, donde tienen mucha más participación, uno espera que los arqueros sobresalgan más por atajar y saber jugar con los pies que por hacer goles. 

Sin embargo, Alejandro Guerrero se vistió de héroe para Uruguay en Rusia 2021, al marcarle a Portugal el tanto que eliminó al campeón defensor y puso a la Celeste entre los ocho mejores del torneo.

“No me siento así, los héroes acá somos todos”, aclara con satisfacción a FIFA.com el arquero, todavía enfundado en el buzo amarillo número 12. “Nos sacrificamos mucho, tuvimos muchas dificultades por la pandemia, y esto es de todos. Yo sólo hago mi trabajo, que es atajar”, agrega con humildad. 

El propio Guerrero repasa detalladamente la secuencia del tiro libre que, desde cerca de su propio arco, se convirtió impensadamente en 7-6 definitivo, y que dedicó a su esposa embarazada y a su hija Josefina. 

“Cuando me queda una falta ahí, generalmente juego corto, para que un compañero llegue. Pero vino Gastón Laduche y me dijo, ‘pegale que pique antes para complicarlo’. Y así fue: le picó antes, se desvió y entró. Fue una casualidad”, agrega el arquero de 34 años, quien está jugando su segunda Copa Mundial tras estrenarse en Paraguay 2019.

Su compañero Lucas Quinta anda cerca y se ríe con ganas. Autor de tres tantos ante los portugueses, y máximo artillero uruguayo del torneo con cuatro, opina sobre el gol de su golero. “¡Es lo que tiene el fútbol playa, pateás un tirito flojito y la metés!”, lo carga con una carcajada. 

“La verdad es que Ale se atajó todo. Es un pilar del equipo y se merece la cinta que le dieron hoy”, agrega elogiosamente Quinta.

El arquero no esperaba anotar, pero sí un duelo tan parejo. “Sabíamos cómo jugaban, era importante controlar a los hermanos Martins, de lo mejor del torneo para mí. El objetivo siempre fue llegar al tercer chico en partido, y salió todo redondo”.

El gol es un premio para Guerrero, que lleva cinco años atajando sobre la arena. “En 2016 quedé libre de River Plate de m país y no conseguía club. Jugaba en el interior, me invitaron a probar y me gustó”, resume. 

“No es fácil conseguir jugadores que hagan ese cambio, en Uruguay la actividad aún es a pulmón, tenés que hacer sacrificios para estar. Del deporte, salvo dos que juegan en Europa, no vive nadie”, explica.

“Yo soy chofer de UBER, lo que me permite generarme el espacio para ir a las prácticas y a los torneos. Pero otros dejan de estudiar o piden licencias laborales para hacerlo”. 

Aún así, Guerrero es optimista. “La AUF está creciendo, el desarrollo se nota y hay apoyo. Espero que en breve tengamos una cancha para entrenar, aunque la pandemia dificultó todo. También hace falta que los clubes se animen y apunten más al fútbol playa, a ver si la próxima generación puede vivir de esto”.

Lo hecho en Rusia ayuda a promocionar la especialidad, aunque Uruguay va por más. “Nosotros nunca llegamos como candidatos, pero ya estamos metidos ahí. Sabemos que Suiza será tan o más difícil que Portugal, por algo le ganó a Brasil”. 

Para Guerrero, el envión anímico de sacar el campeón resulta clave. “Agarramos confianza, sobre todo después del golpe que nos dio Senegal. Pero Uruguay es así, muchas veces juega a la altura del rival”.

¿Qué quiere decir? “Nos ha tocado perder contra equipos que no está en los planes que nos ganen, y ganarles a equipos que, en lo táctico y en lo técnico, son superiores a nosotros. Con la ‘garra charrúa’ nos ponemos ala altura de las circunstancias. Esta vez será lo mismo”.