jueves 24 marzo 2016, 14:34

Francescoli: "Suárez es el mejor nueve uruguayo que he visto"

Enzo Francescoli es el manager deportivo de River Plate, pero es un cargo que se queda chico ante su historia como futbolista genial. El Príncipe es, con 54 años, uno de los grandes ídolos del club de Núñez y de la selección uruguaya.

"Las únicas cosas que hoy me movilizan en el fútbol son la Celeste y River”, le confiesa a FIFA.com en su despacho del estadio Monumental, a pocas horas de que una de sus grandes pasiones juegue uno de los grandes clásicos sudamericanos por las eliminatorias a la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™.

Suele ver los partidos importantes solo o con tus hijos, nada de amigos. ¿Cuánta ansiedad le genera ahora un Brasil-Uruguay? Lo vivo con tranquilidad porque confío mucho en el equipo. Uruguay hoy se enfrenta con cualquiera porque no sólo tiene ese famoso ADN de garra charrúa, sino porque, como los grandes equipos uruguayos que ganaron cosas, tiene grandes futbolistas. Y al mejor nueve del mundo.

¿Por qué Luis Suárez es el mejor? Ha tenido un progreso constante. Hoy es un jugador muy mejorado de lo que pareció en Liverpool, en Nacional, en Holanda, mismo en Barcelona. En Liverpool la rompió, pero hoy es mucho más completo. Que juegue al lado de monstruos te potencia, pero igual. Más allá de los goles, hoy es un tipo que va, que desequilibra, que es el primero que marca. Es muy completo.

Viendo cómo está Brasil, ¿ve el partido más favorable que nunca aun jugando de visitante? Brasil está saliendo de un momento bastante crítico, está sufriendo el gran problema que tuvo de hacer por segunda vez un Mundial y no poder ganarlo. Le está costando reencontrarse, pero tiene jugadores de un nivel… A este nivel estos partidos siempre son equilibrados. Es un clásico y depende mucho de la cabeza, de cómo te levantes.

Tiene una historia muy positiva contra Brasil en su etapa de jugador. ¿Cómo vivía de chiquito esa rivalidad? En Uruguay crecés sabiendo que tus rivales son Brasil y Argentina. Me acuerdo de sentarme frente al televisor del comedor diario de mi casa con mi viejo y mi hermano mayor a ver la semifinal del Mundial del 70 que perdimos contra Brasil. Era la rivalidad técnica. Nosotros éramos el equipo aguerrido, con motivación, algo que como te dije antes en realidad estuvo errado, porque las veces que Uruguay ganó cosas, como en el 50, fue porque tenía grandísimos jugadores, no sólo porque tenía garra.

Era y es una rivalidad diferente a la que hay con Argentina. Sí, ésa es contra el porteño (N de R: el habitante de la ciudad de Buenos Aires) que te cargaba. Es como ganarle al hermano mayor, era una pulseada más vecinal. La rivalidad con Brasil siempre fue de estilo, de “acá estoy yo y aunque juegues lindo no me vas a ganar”. De hecho, a Uruguay en la historia le ha ido mucho mejor que a Brasil en los partidos importantes.

¿Es una rivalidad que llega al odio deportivo? No, siempre de respeto y también de admiración. Es una rivalidad de hazañas también, porque el Brasil al que le ganamos la Copa América del 83 era el gran Brasil del Mundial 82. Ganamos 2-0 en Uruguay jugando un gran partido y empatamos 1-1 en Bahía, en un estadio para 95.000 personas. Fue una gran hazaña en mi primera participación en la selección mayor. Tuve también la suerte de que la última que gané en el 95 también fue con Brasil, aunque en el Centenario, contra el campeón mundial del 94. Éramos un equipo de garra y temperamento, pero también de muy buenos jugadores. Pasa que Uruguay nunca tuvo un patrón de fútbol hasta estos últimos años. Era un equipo muy vertical, de ir al otro arco rápido y como puedas. Un fútbol bastante loco.

¿Escuchó alguna vez un grito de gol como el del tiro libre que metió en el Centenario en la ida de la final del 83? ¡Fueron dos! Esa jugada había terminado en gol mío, lo gritamos todos, pero el árbitro lo anuló y dio tiro libre. El mismo árbitro me reconoció después que menos mal que hice el gol en el tiro libre, porque él no había dejado seguir la jugada. Es uno de los momentos en los que más fuerte he escuchado un gol pero, la verdad, el que más fuerte escuché fue en contra cuando nos ganaron 1-0 la final de la Copa América del 89 en el Maracaná con 150.000 personas. Casi no escuchábamos el silbato del árbitro. Era vivir en una locura constante, como adentro de un televisor. Todo el tiempo con la batucada, no hubo un minuto de silencio. Fue tremendo. En el gol de ellos fue un estallido. Nunca me había pasado.

Dijo silencio y Álvaro Gutiérrez, compañero suyo en el 95, dijo que nunca escuchó un Centenario tan en silencio como cuando fue a patear su penal en la definición de la final contra Brasil. ¿Le pasó igual? Lo mismo. Me había sacado el hombro dos minutos antes y estaba bastante cagado porque tenía que patear con el brazo atado. Me podría haber hecho el boludo, pero quería patear el penal. Como capitán me tenía que hacer cargo del momento. Esos 50 metros caminando… yo ya había dicho que me despedía... el hombro, la presión, mis viejos, mis amigos, mis hijos con cierta idea de fútbol. Mucha carga, te pasa todo por la cabeza en esos 50 metros. Por suerte me salió bien. Ese día sólo podría compararlo con el día que ganamos la Libertadores con River en el 96. Vivir eso fue increíble. Lo del 83, al ser en Brasil, fue más un loquero interno, del grupo.

Se retiró hace 16 años. En su libro “Fiebre en las gradas”, Nick Hornby tiene como hincha situaciones como estar acostado con la mujer, pero estar pensando en un partido del Arsenal de 10 años atrás. ¿Le pasa algo parecido pero como ex jugador? Me pasa cuando voy a algún partido importante o estoy delante de un televisor de un partido importante, sobre todo si estuve en ese lugar. Si River o Uruguay juegan en Seattle no me moviliza tanto como si juegan en el Centenario, en el Maracaná o en Bahía. Obviamente en el Monumental o Wembley. Lugares fuertes que tienen que ver con tu vida futbolística.

¿Le emocionan o las reprime? Ya no tengo una nostalgia triste, eso me duró un par de años. Hoy tengo la pena de no seguir siendo joven para jugarlo, pero no tengo la tristeza. Tengo el recuerdo lindo de haber estado ahí y de haber disfrutado. Tengo la fantasía en mi cabeza de haber escuchado a la gente en la tribuna cantar “¡Uruguayo, uruguayo!” cuando jugaba en River o la silbatina cuando entraba a la cancha de Boca o en Argentina y Brasil cuando jugaba con Uruguay.

Cada vez que juega Uruguay en Brasil salta el Maracanazo. ¿Es algo sólo de la prensa y los hinchas? No, vayas al Maracaná o a cualquier estadio sabés que tenés una camiseta que tiene una historia importante. El Maracanazo tiene que ser un orgullo. Yo nunca lo sentí como un peso, eso es cosa de alguna gente.

En 2010 dijo que Diego Forlán lo iba a superar y en 2011 que Suárez iba a ser el emblema. ¿Luis los superó a los dos o le falta algo más con Uruguay? Un jugador no pasa sólo por si saliste campeón o hiciste más goles que otro. Son momentos y circunstancias. En Uruguay antes estuvo Rocha y muchos otros, después yo, después Forlán y hoy es Suárez. Suárez es el emblema de la selección y del fútbol uruguayo porque juega en un equipo que se ve en todo el mundo. En Japón le dije en la cara que es el mejor nueve uruguayo que he visto. No tengo problema en decirlo aunque yo haya jugado de 9 en Uruguay. Ahora vuelve con Brasil. No es nada fácil, pero Uruguay tiene con qué sostenerlo y él con qué sostenerse.