viernes 18 julio 2014, 08:38

Una goleadora de récord y con ambiciones

Australia ha pasado por un importante periodo de reconstrucción en los últimos años. El equipo que envió a la Copa Mundial Femenina de la FIFA Alemania 2011™ —reforzado por varias adolescentes de gran talento— fue el segundo más joven de las 16 naciones participantes.

Desde entonces, el combinado nacional ha registrado varias nuevas incorporaciones. La capitana, Kate Gill, es una de las pocas componentes fundamentales del plantel que se ha mantenido a lo largo de todo este tiempo. De la formación que viajó al reciente Campeonato Asiático Femenino, únicamente su buena amiga Lisa De Vanna, también delantera, la superaba en edad, y por solo unas semanas.

Gill ha alcanzado muchas metas en su carrera: ha participado en el Mundial femenino y se ha colgado la medalla dorada en el Campeonato Asiático Femenino, además de ser elegida mejor jugadora de Asia en 2010. Su historial es impresionante, aunque quizás su mayor logro haya llegado este 2014, lejos de su país. Fue en Ho Chi Minh, contra la modesta Jordania, en el gran torneo continental. Un pequeño grupo de espectadores asistió entonces a un momento histórico, cuando la espigada número 9 se convirtió en la máxima goleadora internacional del fútbol australiano, tanto de la categoría femenina como masculina.

Un largo camino hasta la cima Gill se convirtió en la principal artillera de Australia al firmar un impecable gol de cabeza, superando el récord establecido por su excompañera Cheryl Salisbury. No cabe duda de que ha recorrido un largo camino desde que empezó a dar patadas a un balón, con solo cuatro años. Ahora tiene 29, y ya casi había dejado atrás la adolescencia cuando supo de la existencia misma de la selección femenina australiana.

Su capitana en el primer club en el que jugó fue la propia Salisbury. Curiosamente, ambas proceden de la misma zona de la ciudad de Newcastle, a dos horas al norte de Sydney, que llegó a ser conocida como la cuna del fútbol australiano por el gran número de futbolistas de calidad que allí surgieron durante varias décadas, también en las categorías femeninas. Jo Peters, excentrocampista de las Matildas que fue en su momento la segunda jugadora con más internacionalidades del país, también pasó la mayor parte de su carrera en Newcastle.

Ahora, quince años después de conocer a Salisbury, Gill presenta un balance de 40 goles en 83 partidos como internacional, y reconoce la relevancia de ese logro. “Es un privilegio, teniendo en cuenta quiénes me precedieron”, explica a FIFA.com. “Estoy orgullosa, por supuesto”.

A pesar de todo lo conseguido durante su trayectoria, Gill, como la mayoría de las futbolistas, lleva una vida modesta, muy distinta de la de las grandes figuras del fútbol masculino. Entre una temporada y otra de la W-League** pasa muchísimo tiempo, y después de una campaña lastrada por las lesiones y problemas de salud, Gill decidió consolidarse en su otra ciudad, Perth.

Las opciones para competir en el fútbol femenino de alto nivel son limitadas entre las temporadas nacionales de liga, y es necesario afrontar los gastos de la vida cotidiana. “Tengo que encontrar equipos con los que entrenarme, y he tenido la suerte de poder hacerlo en las categorías inferiores masculinas del Perth Glory, aunque disponer de tiempo de juego es relativamente difícil”, señala, mientras se prepara para hacer un rápido trayecto entre la sesión de entrenamiento del mediodía y su puesto de trabajo, en el organismo público Football West.

El sueño de Canadá Australia rompió moldes con su gran campaña de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2007, en la que alcanzó los cuartos de final, algo que repetiría en Alemania 2011. Y ahora el reto consiste en llegar aún más alto en Canadá.

Con todo, Gill considera que el enfoque apenas ha cambiado en los diez años que lleva en la selección. “No creo que las expectativas hayan cambiado”, dice refiriéndose a la mentalidad de las Matildas. “Siempre hemos querido ganar. El plantel ha cambiado, claro. Hemos perdido a varias jugadoras que tenían muchísima experiencia, aunque ahora hay otras jóvenes fantásticas”.

“Nos gustaría pasar de cuartos, que hasta ahora ha sido nuestro límite. El sorteo puede ser importante, aunque creo que estaremos cómodas ante cualquier adversario, debo decirlo", continúa.

“En los últimos años hemos tenido resultados dispares, y les hemos ganado a varios grandes equipos. Ahora el reto consiste en ser más regulares. Tenemos que rendir a un buen nivel los 90 minutos. A veces jugamos bien media hora y luego nos apagamos durante quince minutos”, analiza.

Y a Gill todavía le queda un desafío en su lista de objetivos futbolísticos: triunfar personalmente en el Mundial femenino. Por increíble que parezca, no disputó más que un partido en China 2007, y cuatro años más tarde una inoportuna lesión del ligamento de una rodilla le impidió actuar.

“Parece que los grandes torneos y yo no nos llevamos muy bien”, suspira. Ahora, con ambición y hambre de triunfos, Canadá 2015 podría suponer un punto de inflexión para la capitana australiana.