jueves 30 enero 2020, 14:35

La familia Matthews busca la gloria en los JJOO y en el Super Bowl

  • La delantera Cheyna Matthews quiere estar con las Reggae Girlz en Tokio 2020

  • Jordan, su esposo, va a jugar en la Super Bowl con los San Francisco 49ers

  • Cuenta cómo compagina su vida de madre y deportista profesional

Resulta difícil encontrar algo con lo que Cheyna Matthews no pueda.

El hecho de que esté compitiendo con la selección jamaicana en el torneo clasificatorio olímpico femenino de la CONCACAF ya supone en sí mismo un verdadero logro. Tan solo en los dos últimos años, Matthews se casó con Jordan, dio a luz al hijo de ambos, Josiah, regresó al fútbol profesional —juega en el Washington Spirit, de la National Women's Soccer League (NWSL)— y representó a Jamaica en su primera participación en la Copa Mundial Femenina de la FIFA™ de la historia.

El objetivo actual de Matthews con las Reggae Girlz es dar un paso más tras su histórica aventura de Francia 2019 y obtener la clasificación para el que sería su primer Torneo Olímpico de Fútbol Femenino. Al mismo tiempo, su esposo se prepara para disputar su primera Super Bowl como ala abierta de los San Francisco 49ers.

En las dos últimas temporadas, Jordan formó parte del plantel que acabaría ganando la Super Bowl, aunque en ambas ocasiones, por distintos motivos, cambió de equipo o fue descartado antes del choque por el título.

FIFA.com ha entrevistado a Matthews, quien nos explica en profundidad cómo ha sido esa “trayectoria interesante”.

¿Cómo han sido los últimos nueve meses, más o menos, para usted y su familia?

Pues probablemente hayan sido los nueve meses más duros por los que he pasado, sobre todo por las mudanzas. Solo el año pasado nos mudamos seis veces, por los compromisos de Jordan con los 49ers y luego con los Eagles. Ha sido un año interesante y exigente, por nuestras carreras y también por ser padres primerizos y tener que compaginar las dos cosas. Ha sido una locura intentar encajarlo todo.

¿Qué tal lleva tener que cambiar tanto de casa siendo madre?

Las primeras veces que tuve que separarme de mi hijo, Josiah, por los entrenamientos y las concentraciones, fueron muy duras. Él pudo venir a algunas, pero antes del Mundial pasé unas cinco semanas sin verlo. La primera vez que lo vi fue cinco semanas después de llegar a Europa, eso resultó muy duro, pero siempre hablamos de los momentos gratificantes, y por supuesto uno de ellos llegó cuando mi familia vino a Francia y pudimos vivirlo todos juntos.

Menos mal que cuando Jordan ganó el Campeonato de la NFC pudimos disfrutarlo con él después del año que habíamos pasado, y poder sentirlo todos juntos. Justo después del partido, yo tenía un vuelo a las 6:30 de la mañana para poder llegar a tiempo a la concentración de los clasificatorios olímpicos. ¡Lo celebramos aquella noche mientras yo preparaba las maletas! Hice escala en otra ciudad para dejar a mi hijo con la familia antes de incorporarme a la concentración de Houston.

¿Podrá ir a la Super Bowl para animar a Jordan?

El domingo de la Super Bowl no tenemos partido, quizás se dé el caso de que, si estamos en buena situación [en los clasificatorios], tome un avión en la mañana de la Super Bowl y luego otro vuelo al día siguiente, ya que estaríamos otros dos días sin jugar. Es una auténtica locura, es curioso cómo coincide todo, pero también es agradable saber que nos apoyamos el uno al otro y que nos vamos a sacrificar para que funcione. Somos conscientes de que no vamos a ser deportistas profesionales toda la vida, pero la familia sí es para siempre, así que en estos momentos queremos apoyarnos el uno al otro y disfrutar.

El malogrado Kobe Bryant le envió a Cheyna un mensaje de apoyo cuando estaba embarazada de Josiah

¿Cómo es criar un hijo al mismo tiempo que intenta llevar más allá todavía su sueño de ser futbolista profesional?

Al principio eran las horas de sueño y el descanso necesario para que el cuerpo se recupere. Muchísimos días no podía dormir lo suficiente y luego tenía que ir a los entrenamientos. Estábamos practicando una nueva pauta de pases, y ni siquiera recordaba lo que había desayunado, porque me levantaba, me ocupaba del niño y luego tenía que irme. A veces él había pasado la noche despierto o no se sentía muy bien, se daban muchas variables.

La vida de los deportistas profesionales es muy estricta: hay que respetar las horas de sueño, seguir una dieta, el tiempo de recuperación, etc. Cuando se tiene un niño todo eso queda en un segundo plano y a veces ni siquiera se hace, porque es imposible. Hay que dar prioridad a las cosas que pueden ayudarte y olvidar todo lo demás. Empecé a tomar más café (risas), eso me ayudó a tener más energía para el entrenamiento y lo demás, aunque afecta mucho al sueño.

Después de perderse muchos partidos antes del Mundial Femenino, ha recuperado usted su mejor nivel y está jugando los clasificatorios olímpicos. ¿Cómo fue el proceso de volver a su nivel previo?

En cuanto al estado físico, no sé si la frecuencia cardíaca cambia después de tener un niño, pero recuperar la buena forma no fue necesariamente algo duro. Me sentía algo dolorida, pero nada fuera de lo común. Después de dar a luz el cuerpo cambia, así que las caderas y muchas otras cosas que antes no me molestaban de repente empezaron a notarse. Tuve la primera concentración con Jamaica cuatro meses después de dar a luz, y aún le estaba dando el pecho al niño.

Recuerdo que después de los entrenamientos me dolían la ingle y las caderas. En las pruebas físicas lo hacía bien, pero el dolor general era difícil de superar. Aunque también está esa motivación añadida, porque es lo que una quiere hacer. Me ayudó tener un buen preparador y prestar atención a lo que me decía el cuerpo, me dio la impresión de ser aún más fuerte que antes, al estar obligada a centrarme en las debilidades. ¡Y lo cierto es que ahora soy más rápida que antes de tener al niño! Estoy mucho más a tono con mi cuerpo.

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¿Qué ventajas y desventajas implica estar casada con una persona que también es deportista profesional? Es de imaginar que los dos tienen algún tipo de acuerdo.

En lo que respecta a detalles como los cuidados físicos o el tiempo que requiere poder rendir bien y estar preparados, los dos sabemos que eso exige mucho. Y también es estupendo saber que nos ayudamos incluso cuando estamos compitiendo durante la temporada, más ahora que tenemos un niño. Cuando mi esposo vuelve a casa después del trabajo, sabe que yo ya llevo casi todo el día cuidando del niño, y en cuanto cruza la puerta me pregunta: ‘¿Qué tienes que hacer para estar preparada para la concentración?’. O también: ¿Qué necesitas para estar bien?’. Hay muchas cosas que entendemos el uno del otro, sin tener que decirlas.

Eso simplifica algunas cosas, aunque para nosotros lo más importante es nuestra fe cristiana. Nos ha ayudado mucho a superar los momentos que no son siempre deslumbrantes o glamurosos.

¿Qué importancia tiene para las Reggae Girlz dar continuidad al enorme avance de Francia 2019 alcanzando Tokio 2020?

Francia fue toda una experiencia para todas nosotras. Hubo muchísimas novedades, incluso fuera de los terrenos de juego, para muchas de nosotras y hasta para el cuerpo técnico. Ahora, en esta concentración para los Juegos Olímpicos, se notan muchas diferencias en cuanto a la organización y lo que cabe esperar. Antes muchas cosas no se sabían muy bien, y ahora todo marcha mucho mejor. Cuando se acumulan todos los factores externos, con tantas novedades para todo el mundo y el tener que actuar en un gran torneo, puede resultar algo abrumador. Es fantástico, pero fuimos allí y no lo hicimos tan bien como hubiéramos querido.

Ahora todas venimos con la cabeza despejada y conscientes del reto que tenemos por delante. Hay que ir partido a partido y estar en sintonía. Hemos tenido reuniones para hablar de nuestras metas, nuestra identidad y lo que queremos ser, son cosas que no van a cambiar durante todo este torneo. Si lo tenemos claro, nos ayudará a abrirnos camino hasta llegar a Tokio.

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¿Qué balance hace de Francia 2019? ¿Qué recuerdos le vienen a la mente, dentro y fuera de la cancha?

Mi hijo tenía nueve meses y justo había aprendido a aplaudir antes de que yo me marchase durante cinco semanas antes del torneo. Siempre voy a recordar la primera vez que me reconoció dentro de la cancha. Cuando me acerqué a la zona del público en la que estaban él y mi marido, aplaudí, y no olvidaré nunca cómo el niño se emocionó y se puso a aplaudir él también. Una de mis mejores amigas le regaló un rompecabezas cuando cumplió un año, con la fotografía de nosotros tres, en la que se ve al niño aplaudiendo y a mi marido muy contento, ¡espero no olvidar eso nunca! Creo que lo voy a recordar toda la vida.