martes 20 noviembre 2018, 02:36

De musa inspiradora a testigo privilegiada

  • Lara Kazandjian anotó uno de los goles del torneo hasta hoy

  • Es de la misma zona que su seleccionadora, Rhian Wilkinson

  • La conexión entre ambas se remonta a hace más de siete años

Con solo 16 años, Lara Kazandjian ya ha logrado varias cosas que mucha gente no conseguirá en toda su vida: habla tres idiomas (armenio, francés e inglés) y ha marcado un gol en un Mundial.

Aunque sus 151 centímetros hacen de ella una de las jugadoras más pequeñas de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Uruguay 2018, ya ha anunciado su presencia a lo grande, al marcar uno de los mejores goles que hemos visto hasta ahora en el torneo, el primero que anota en la categoría sub-17, y que sirvió para certificar la victoria por 2-0 con la que Canadá obtuvo el pase a las rondas de eliminatoria.

“Para ser sincera, no recuerdo exactamente lo que ocurrió”, explica a FIFA.com. “Pero fue una sensación estupenda ver cómo entraba el balón”. Al preguntarle cuántas veces iba a ver la repetición de esa jugada, contesta: “¡Muchas, seguramente! Nunca voy a olvidar ese momento”.

Cuando Kazandjian tenía nueve años, Rhian Wilkinson visitó el club en el que jugaba, el Lakeshore, para hablar acerca de su trayectoria como deportista olímpica durante su preparación para competir con Canadá en el Torneo Olímpico de Fútbol Femenino Londres 2012.

Ahora, seis años más tarde, Kazandjian está marcando goles cruciales en un Mundial. ¿Y quién es su seleccionadora? Rhian Wilkinson.

“Es estupendo que las cosas hayan salido así”, afirma Kazandjian. “Para mí ella sigue siendo una inspiración”.

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Y su conexión no termina ahí, sino que completa un círculo. Hace poco, Kazandjian empezó a entrenar al sobrino de Wilkinson en un campamento de verano. Las dos proceden de la zona oeste de la isla de Montreal: Kazandjian del municipio de Kirkland y Wilkinson del vecino Baie D’Urfé.

Y cuando escuchamos a estas dos quebequesas describirse mutuamente, es evidente que Kazandjian tiene como modelo a su técnica.

“Es una gran trabajadora, no para nunca”, dice Kazandjian acerca de Wilkinson. “Cuando era futbolista, siempre se veía que estaba corriendo, iba continuamente detrás del balón, y ahora también sigue esforzándose, es una característica suya que yo respeto”.

“Tiene una ética del trabajo que inspira a quienes la rodean”, señala a su vez Wilkinson refiriéndose a Kazandjian. “En el caso de futbolistas más pequeños, me gusta mucho cómo los juzga la gente, porque normalmente han tenido que pelear más que cualquiera para ganarse el puesto, se han hecho más fuertes y han aprendido a utilizar bien el cuerpo. Ella lo hace”, analiza.

Kazandjian es una centrocampista de toque exquisito, ingeniosa, que confía en sí misma y que siempre sabe hacia dónde debe enviar los pases. “Juega con un ritmo de dos o tres toques que me encanta. A mí me gusta que circule el balón”, reconoce Wilkinson.

Y ambas son integrantes activas de su comunidad de Montreal, a la que contribuyen, aunque su siguiente aspiración es llevar un trofeo del Mundial al oeste de la isla.

“Me siento muy orgullosa de ser de allí”, apunta Wilkinson. “Hay que disfrutar de las trayectorias, y si esta termina con el Mundial sería perfecto”.

“Pero si no, y si se ha disfrutado de todos los momentos, también se habrá triunfado en muchos aspectos, porque les has servido de inspiración en el periplo de la selección nacional. Ganar este Mundial sería un hito enorme para ellas. Pero yo consideraría un éxito que haya supuesto una inspiración, y haberlas catapultado a la selección sub-20 y luego a la absoluta”, concluye.

Y lo cierto es que Wilkinson ya ha sido un ejemplo para una de las jugadoras que está haciendo realidad su sueño en estos momentos en Montevideo.