lunes 11 enero 2016, 22:33

Wendell Lira: "Parece un sueño"

Hasta hace unos meses, Wendell Lira era un futbolista desconocido incluso en su propio país, quien andaba en búsqueda de un club para jugar. Le gustaba mirar los partidos de Lionel Messi y del FC Barcelona por la televisión, y nunca había estado en Europa.

Este enero de 2016, no sólo el brasileño de 27 años conoció el Viejo Continente sino que ahí, en Zúrich, hizo resonar su  nombre ante las miradas de millones de aficionados de todo el mundo, en la gala del FIFA Ballon d’Or. Y lo hizo al derrotar justamente a su ídolo, Lionel Messi, en la votación para el Prémio Puskás de la FIFA para el gol más bonito del año.

“Parece un sueño, honestamente. No podía pensar ni siquiera en conocer a tantas estrellas, ¿qué decir disputar un premio, ¡disputarlo con Messi!, y tener a mi gol superando el suyo en la votación?", dijo un maravillado Wendell, aún con el trofeo en sus manos.

Wendell recibió 46,7% de los más de 1,6 millón de votos computados desde cuándo se decidieron los diez finalistas, en noviembre, superando así a un gol del italiano Alessandro Florenzi contra el FC Barcelona (7,1% del total) y el mencionado gol de Lionel Messi, ante el Athletic Bilbao (33,3%). Hasta el astro argentino ganador del FIFA Ballon d’Or 2015 estuvo de acuerdo con resultado. “La verdad es que fue un golazo, lo mereció. El premio está en buenas manos.”

“Cuando marqué aquél gol - en el torneo regional de Goiás, en un partido con público de 297 personas - no podría imaginar que fuera cambiar mi vida de semejante manera”, contó un emocionadísimo Lira, refiriéndose a la asombrosa pirueta con la que anotó uno de los goles de la victoria de su club de entonces, el Goianesia, sobre el Atlético Goianiense el 11 de marzo del 2015.

Un tiempo después Wendell se quedó sin club, y así estuvo hasta la nominación de su gol entre los 10 finalistas del Puskás. Un día después de que saliera la lista, con el eco mediático que produjo, el brasileño recibió una propuesta formal del Vila Nova, donde juega hoy. Un cuento de hadas cuyo final feliz llegó este lunes en Zúrich, dónde el brasileño conoció a todo del mundo del fútbol -y viceversa-. “Todavía no lo creo. Es como si todo ya estuviera escrito.”