domingo 08 marzo 2020, 19:13

La repercusión transformadora del Hackney Wick FC

  • El Hackney Wick FC lucha contra la violencia callejera en Londres

  • El voluntariado y los trabajos comunitarios, claves en la estructura del club

  • Su fundador, de ir a la cárcel a ayudar a los jóvenes a evitar caer en la delincuencia

Hace exactamente cinco años, en East London, un sueño empezó a cobrar forma. Nadie podía imaginar que esos primeros pasos iban a transformar la vida del hombre que había tras él, así como la de muchos otros.

El 2015 fue un año de transición para Bobby Kasanga. Una vez recuperada su libertad, después de pasar ocho años en la cárcel, su deseo era convertirse en un vehículo hacia la prosperidad. El fútbol sería su motor, y así fundó el Hackney Wick FC. El viaje que inició entonces le ha llevado hasta los lugares más insospechados.

“Cuando estaba en prisión, echaba mucho de menos el fútbol”, explica a FIFA.com. “Allí me di cuenta de que solamente se permitía jugar al fútbol a aquellos que se comportaban bien. Incluso los más matones, los peores de todos, intentaban calmarse los viernes, que era cuando había fútbol. Comprendí que el fútbol es una herramienta muy poderosa”.

Kasanga, que se sacó un título estando en prisión, se propuso evitar que los jóvenes londinenses cayeran en las redes de esas pandillas violentas que habían soterrado su talento como futbolista. Su determinación por animar al mismo tiempo la vida de su barrio le ha reportado al equipo un reconocimiento generalizado, además de algún que otro momento viral.

“Al salir, demostré ser ambicioso. Tenía una mentalidad emprendedora, y siempre pensé que acabaría triunfando en la vida. Eso sí, no esperaba que fuese tan pronto”, reconoce. “Aún no me lo creo. Hace cinco años estaba en la cárcel, pero el año pasado me invitaron a Downing Street [la residencia del primer ministro], y el alcalde de Londres también vino a vernos. Son cosas con las que ni siquiera te atreves a soñar”.

Construir una comunidad

En apenas dos años se convirtió en el primer equipo semiprofesional de Hackney en más de un siglo, a pesar de que el barrio estaba considerado “la cuna del fútbol base” por sus famosas instalaciones de Hackney Marshes. No obstante, una de las claves de su éxito, así como del éxito del club, es el requisito de dar algo a cambio.

“Todos los miembros adultos del club deben suscribirse a hacer dos horas al mes de voluntariado, y hay muchas causas. El mero hecho de tener la responsabilidad de ocuparse de su comunidad les permite reafirmarse y ver que están haciendo algo útil que, además, les da confianza y mejora sus habilidades. Creo que es muy importante ofrecerles una válvula de escape que no se reduzca solo al fútbol, sino que incluya también conocimientos prácticos”.

Así, con este sentimiento de identidad, el club y sus miembros han empezado a construir un movimiento. Su red Grassroots For Good tiene el objetivo de difundir ese espíritu por todo el fútbol semiprofesional y aficionado. También utilizan la música y el teatro para atraer la conexión positiva más allá del fútbol, además de intentar proporcionar una ayuda en la búsqueda de empleo y experiencia laboral.

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Ese sentimiento de pertenencia ha ayudado a infinidad de personas a no caer en la misma trampa que Kasanga a los 21 años.

“Es una historia muy corriente: alguien juega muy bien al fútbol, pero se ve atrapado en otra vida. Yo era uno de esos chicos de los que la gente hablaba y decía que llegaría lejos. Sin embargo, la influencia de las pandillas hizo que me perdiera en el camino”.

Tras el asesinato de un amigo, Kasanga, que ya ha cumplido 33 años, cayó en una espiral de violencia que acabó con su detención por robo a mano armada. Ser consciente de los peligros y el poder de atracción de este mundo le ha permitido abordar estos problemas con respeto y conocimiento de causa, y ampliar así los horizontes de quienes acuden en busca de su consejo.

“Por culpa de las guerras entre barrios, algunos estaban tan asustados que no se atrevían ni a salir de su calle. Estábamos perdiendo a toda una generación de jóvenes con talento”.

La Copa Mundial de Londres

Esta realidad motivó la creación de la 32 Boroughs Cup. “Ha sido uno de los grandes hitos de mi vida”, afirma Kasanga con orgullo.

El objetivo no era otro que invitar a equipos que representaran a todos los barrios de Londres y simular una Copa Mundial —“¿cómo no se le había ocurrido a nadie antes?”— para acabar con ese miedo que alimenta la rivalidad entre pandillas y territorios. Le dijeron que se convertiría en un “baño de sangre”, pero nada más lejos de la realidad.

“Vinieron chicos de todos los barrios londinenses para representar a sus equipos, y el buen rollo fue la nota dominante”, señala sobre los más de 600 participantes y a excepción de alguna que otra tangana sin importancia en el terreno de juego. “Fue un éxito absoluto, y este año queremos que sea algo aún más grande”.

En busca de un hogar

En cualquier caso, llevar todo esto a buen puerto no es fácil. “Es un torbellino y, básicamente, un trabajo a jornada completa”, reconoce Kasanga, ganador de numerosos premios. Y más aún ahora, que podrían quedarse sin casa a final de curso.

Después de haberse tenido que mudar ya una vez esta temporada, en estos momentos están buscando desesperadamente un campo nuevo. Es posible que incluso tengan que dejar Londres y romper lazos con Hackney, el único barrio de la ciudad que no cuenta con su propio estadio.

Su situación ha provocado que muchos intenten encontrar un modo de ayudarles, pero las opciones son limitadas. Con la disputa de su primera semifinal copera el próximo 18 de marzo, Kasanga confía en demostrar que Hackney es su sitio.

“Vamos a intentar dejar claro por qué Hackney necesita un estadio, y para ello vamos a invitar a todo el mundo a nuestra semifinal. Así les podremos mostrar el municipio de Hackney. Estamos esforzándonos mucho, y hay mucha gente que quiere verlo. Será una larga batalla, pero estamos preparados para luchar”.

Si bien ya han tenido una gran repercusión en su zona, el futuro podría ver cómo Kasanga y su equipo de gente comprometida, tanto dentro como fuera de la cancha, llevan su comunidad aún más lejos.