Emiliano, jogo bonito para Dinamarca

El nombre de una persona puede decir mucho sobre sus orígenes. El de Emiliano Marcondes Camargo Hansen evoca a la vez Sudamérica y el norte de Europa. No sorprenderá, pues, saber que el centrocampista del FC Nordsjælland, nacido en 1995, es de padre danés y madre brasileña. Y, más allá de los apellidos, esas raíces han influido mucho en la vida del joven internacional de Dinamarca, que siempre ha tenido parte de su corazón en Brasil.

“Nací y me crie en Hvidovre, cerca de Copenhague, con mi hermano, mi padre y madre. Mis padres se separaron cuando yo tenía nueve años. Me quedé a vivir con mi padre. Mi madre tuvo que irse de Dinamarca para volver a su país, a São Paulo, porque aquí la vida era demasiado cara para ella. Yo la echaba de menos, y lo único que me ayudaba a sobrellevarlo era el fútbol. Así que jugaba muchísimo, y sin duda por eso estoy hoy aquí”, explica a FIFA.com.

Y es cierto que realizó un gran esfuerzo, pero su talento y pasión también fueron factores importantes. Como todo brasileño que se precie, lleva el fútbol en la sangre, y también tiene muy presentes las gestas de Ronaldo, Ronaldinho, Rivaldo o Kaká. “Más que un Michael Laudrup, cuyo talento respeto, evidentemente, esos jugadores brasileños fueron los héroes de mi juventud. Globalmente, la forma de jugar de los brasileños siempre me pareció más atractiva. Era linda y eficaz. El Mundial de 2002 que ganaron es uno de los mayores recuerdos que conservo de la niñez”, afirma.

Y, a base de observarlas, las actuaciones de Kaká y compañía acabaron contagiando a este brasileño-danés. Actualmente dirige desde cancha el juego de la selección olímpica danesa, y aporta un toque de jogo bonito a un plantel atlético y combativo. “Me gusta el espectáculo y la emoción en este deporte. Y sin querer faltar al respeto a los daneses, pienso que los brasileños ofrecen más en su forma de jugar y de regatear. Y precisamente creo que yo tengo en mí esa faceta brasileña”, analiza. “Pero Brasil ha influido en mi vida más allá del fútbol: tengo el apartamento repleto de homenajes a ese país. Desde la bandera del salón hasta las tazas de la cocina, pasando por los tambores de mi habitación. Y me gusta muchísimo la comida brasileña…”.

En ese aspecto, el '19' de la selección danesa no puede quejarse. Marcondes Hansen pasará varias semanas en Brasil para disputar el Torneo Olímpico de Fútbol Río 2016, una competición para la que los escandinavos se clasificaron alcanzando las semifinales del Campeonato Sub-21 de la UEFA el año pasado, y que él no se perdería por nada del mundo. “Participar en este torneo es uno de mis mayores sueños, como es lógico. Jugar en Brasil, delante de mi familia, sería sencillamente excepcional”, confiesa.

De Marcondes Camargo Hansen a Emiliano Pero el centrocampista danés no sólo va jugar en Brasil, sino también contra la propia selección brasileña. Será el 10 de agosto en Salvador; una cita que ocupa un lugar destacado en su agenda, y que se perfila como choque en la cumbre de un Grupo A que también incluye a Sudáfrica e Irak. “Tenemos una baza”, señala, antes de advertir: “Nuestra selección rebosa calidad. Hay talento en todas las demarcaciones. Somos un grupo de jugadores preparados que se conocen y se entienden a la perfección”.

Además, el combinado danés ha afinado sus preparativos en la República de Corea, aprovechando un torneo amistoso celebrado a principios de junio y que enfrentó a los europeos con los Guerreros Taeguk, Honduras y Nigeria, también clasificados para Río 2016. Los hombres de Niels Frederiksen acabaron adjudicándose la prueba, con sendas victorias sobre Nigeria (6-2) y Honduras (4-3) y un empate frente a los surcoreanos* *(1-1). “Fue una experiencia enriquecedora. Una victoria en este tipo de torneos siempre es algo positivo, aunque no todo fuese perfecto, ya que recibimos goles estúpidos”, resume Marcondes Camargo Hansen.

Marcondes Camargo Hansen, unos apellidos a los que tendremos que acostumbrarnos... ¿o no? “A partir de la próxima temporada, en el dorsal de mi camiseta solamente figurará ‘Emiliano”, concluye el jugador, de 21 años, como si quisiera simplificar sus apellidos y sus raíces en dos países.