jueves 27 septiembre 2018, 10:33

Contra y Hagi impulsan el renacer rumano

  • Rumanía se ha perdido los cinco últimos Mundiales

  • Hoy ocupa su mejor puesto en el #RankingFIFA desde 2016

  • FIFA.com analiza su crecimiento y las expectativas

En 1998, Rumanía parecía haber alcanzado su techo histórico. Acababa de regresar de su tercera Copa Mundial de la FIFA™ seguida y, como en las dos anteriores, había logrado superar la fase de grupos.

Sin embargo, antes incluso de haber empezado la fase final de Francia 1998, el líder carismático del equipo, Gheorghe Hagi, pronunció un inquietante aviso. “El fútbol rumano”, aseveró, “estará muerto dentro de diez años”.

Hagi hizo hincapié en que las buenas actuaciones de la generación dorada de su país habían “ocultado” los problemas sistémicos que conducirían a un inevitable declive. Y sus palabras resultaron espeluznantemente proféticas…

Si bien no pereció del todo, el fútbol rumano ha permanecido tristemente estancado desde aquella época gloriosa de los años 90. La fase de clasificación para Rusia 2018 no hizo sino dar continuidad a esa situación deprimente, ya que el equipo quedó cuarto en su grupo (por detrás de Montenegro y a 12 puntos de la primera del sexteto, Polonia).

Pero ahora, Rumanía parece cotizar al alza de nuevo; y son el propio Hagi y un ex compañero de selección quienes se están llevando los aplausos. Cosmin Contra, cuya carrera internacional comenzó cuando la de Hagi estaba tocando a su fin, es el actual seleccionador de Rumanía.

Eso sí, sus posturas no siempre han coincidido con las de su célebre antiguo colega. De hecho, ambos se vieron enzarzados en una polémica hace pocos meses por la decisión de Contra de no convocar al hijo de Hagi, Ianis.

Aun así, sus esfuerzos combinados están proporcionando verdaderas esperanzas renovadas a los atribulados aficionados al fútbol de su país.

El seleccionador: Cosmin Contra

Con Contra al timón, los resultados hablan por sí solos. Antes de su nombramiento en septiembre del año pasado, Rumanía solamente había ganado 3 de sus anteriores 13 partidos.

Sin embargo, de los 10 encuentros disputados desde su llegada, los rumanos suman 6 victorias y 1 sola derrota, con Chile, Suecia y Turquía entre sus víctimas.

Su compromiso más reciente, un 2-2 a domicilio ante Serbia correspondiente a la Liga de Naciones de la UEFA en el que Rumanía igualó por dos veces un marcador adverso, puso de manifiesto los progresos realizados a las órdenes de Contra.

Asimismo, contribuyó a que la selección rumana ascendiera al 27º lugar en la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola –su posición más alta desde 2016–.

Las actuaciones de la selección sub-21 ofrecen un panorama aún más alentador. Rumanía, líder invicta de un grupo que incluye a Portugal y a Suiza, está a punto de clasificarse para su primer Campeonato de Europa Sub-21 desde -adivínenlo-… 1998.

El equipo reforzó su posición hace unas semanas con un triunfo por 2-0 sobre Bosnia y Herzegovina en el que un tal Ianis Hagi marcó un impresionante gol olímpico.

El visionario: Gheorghe Hagi

Hay muchas esperanzas depositadas en Ianis, de 19 años. “Técnicamente, es el doble de bueno que su padre cuando tenía su edad”, afirmó el ex seleccionador nacional Victor Piturca.

Pero aunque Hagi sénior haya vaticinado que su “extraordinario” hijo será un “jugador muy importante para el futuro de Rumanía”, la contribución del padre de Ianis se extiende mucho más allá de su descendencia. Especialmente tangible e importante es el club y la academia en los que invirtió su fortuna en 2009, y que han prosperado por encima de todas las expectativas.

El Viitorul (que significa “futuro”) inició su andadura en la tercera división del fútbol rumano, pero al cabo de sólo 8 años, ganó la liga de primera división, convirtiéndose en el primer equipo de la región natal de Hagi (Dobruja) que lo lograba.

Y sobre todo, su impresionante y prolífica academia ya ha surtido de varios jugadores a la selección absoluta, y de muchos más a unas selecciones de categorías menores que no paran de mejorar.

Como Hagi declaraba a The Guardian el año pasado: “Rumanía debe invertir en los jóvenes. Es la única forma de que podamos crear una nueva generación de jugadores como aquella de la que formé parte, que pueda plantar cara a todo el mundo. Tal vez podamos criar a una generación incluso mejor. Esa es la meta que tengo”.