sábado 26 noviembre 2016, 08:58

Meinert: "Fue el día que peor jugamos"

  • Alemania ganó su primera Copa Mundial Femenina de la FIFA en 2003

  • Las anfitrionas y defensoras del título, derrotadas en el camino hacia el título

  • Maren Meinert habla de la semifinal contra Estados Unidos antes de ganar el trofeo

“Era el partido más importante del Mundial para nosotras y pensábamos que por fin lograríamos ganar a Estados Unidos. Sin embargo, fue el día que peor jugamos. Las norteamericanas hicieron un gran partido, pero, después de que nos adelantásemos rápido, ellas no consiguieron empatar y al final sentenciamos en el descuento”, relata Maren Meinert en exclusiva para FIFA.com acerca de la emocionante semifinal de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Estados Unidos 2003.

Hasta aquel día, la selección estadounidense, que partía como máxima favorita al título, había sumado un total de once victorias consecutivas en partidos mundialistas y sólo había perdido uno de los 22 encuentros que había disputado en la competición: la semifinal de Suecia 1995, frente a una Noruega que acabaría proclamándose campeona del mundo aquel año.

En la semifinal de la edición de 2003, el combinado anfitrión, que en aquella época entrenaba April Heinrichs, no pudo imponer su juego con la autoridad que había mostrado en los partidos anteriores y acabó pagando caro su falta de creatividad en el centro del campo y su falta de puntería. Al final, Estados Unidos cayó ante Alemania que venció contra pronóstico por un claro 3-0. Uno de los goles germanos fue obra de Meinert, que sin embargo no acabó nada contenta con su actuación.

“Hice un partido horrible”, asegura la exfutbolista. “Cuando después del encuentro me preguntaron cuál era el plan para la final, respondí que lo que quería era jugar bien hasta el minuto 90 y no sólo en el descuento. Para aquella generación fue una experiencia bonita. Tengo muchos amigos estadounidenses y a menudo hablamos de aquel partido”, revela.

“El mejor partido de la historia del fútbol femenino”

Tras adelantarse en el minuto 15 por medio de Kerstin Garefrekes, Alemania se parapetó atrás y esperó la oportunidad de salir al contraataque. Las anfitrionas se emplearon al máximo en busca del empate, pero no lograron superar el muro alemán.

La extraordinaria solidez y orden de una defensa germana liderada por Kerstin Stegemann, junto con la actuación de una Silke Rottenberg que se mostró infranqueable bajo los palos, hicieron inútiles los esfuerzos del combinado norteamericano. Meinert y Birgit Prinz finiquitaron el choque culminando dos contraataque en los minutos 91 y 93.

¿Y qué se le pasó por la cabeza a la autora del 2-0 cuando el árbitro pitó el final? “Pensé que por fin habíamos conseguido meternos en la final. Éramos una buena generación, pero nunca habíamos llegado tan lejos en un Mundial. Ya nos tocaba ganar y lo vivimos de manera muy especial. Por fin habíamos logrado superar a Estados Unidos en un gran certamen. Lo normal para ellas era disputar finales, pero en nuestro caso no era así en aquella época”, asegura.

La selección alemana estaba habituada a hacer buenos papeles en la competición mundialista, pero esta vez había conseguido salvar el penúltimo obstáculo a base de talento y trabajo. La entonces seleccionadora estadounidense describió el duelo como “el mejor partido de la historia del fútbol femenino”. “Fue un duelo de ida y vuelta, aunque Estados Unidos llegó más”, apunta Meinert. “Fue un encuentro fantástico que se jugó a un ritmo vertiginoso. Había un ambiente estupendo. El hecho de que Heinrichs declarase algo así de un partido que había perdido por 3-0 dice mucho de lo que fue aquella semifinal”, añade.

Desenlace feliz

Siete días después, la centrocampista ofensiva ponía la guinda a su carrera sobre el césped con la conquista del título mundialista. En la final, Alemania se impuso por 2-1 a Suecia y Meinert anotó el importante gol que supuso el 1-1.

“Entre la semifinal y la final tuvimos un intervalo de una semana. La verdad es que resultó difícil mantener la tensión al máximo”, explica. “En ese sentido lo hicimos peor que las suecas. Ellas también tenían un gran equipo, y, hasta cierto punto, la suerte nos sonrió bastante en la final. Quizás eso también haga falta cuando quieres ser campeona del mundo, pero la suerte hay que buscarla a base de trabajo”, añade.