Por primera vez desde 2003, John Herdman seguirá la Copa Mundial Femenina de la FIFA como un espectador más.

Los altibajos vividos en la cita planetaria han marcado la carrera del técnico inglés, desde su debut en los banquillos con apenas 32 años hasta la responsabilidad de llevar las riendas del cuadro anfitrión hace cuatro años.

El actual seleccionador del combinado masculino de Canadá espera ver en Francia “el Mundial más abierto de la historia”.

Lógicamente, las selecciones a las que seguirá más de cerca son Nueva Zelanda y Canadá. Ambas se enfrentarán en el Grupo E, Herdman habló con FIFA.com de las expectativas de Kiwis y Canucks.

“Hay que darle crédito a Nueva Zelanda. Ha hecho una gran incorporación con Tom Sermanni”, afirma. “Y también está produciendo mucho talento. Así lo demostró en la pasada Copa Mundial Femenina Sub-17”.

“Yo la catalogaría de selección de futuro. Si consigue llegar a los cruces, creo que habrá superado las expectativas. Pero con Tommy nunca se sabe, porque se le da muy bien sacar lo mejor de la gente”.

“Las expectativas de Canadá son más altas, por supuesto. Y, si miro el plantel que tiene y miro también el de las otras selecciones punteras, está todo muy abierto. Hay por lo menos diez selecciones capaces de meterse en semifinales, incluida Canadá, cosa que antes no podíamos decir. Ahora es todo mucho más impredecible que antes, lo cual es magnífico para el fútbol femenino”.

Herdman está ilusionado con todo lo que puede ofrecer la próxima Copa Mundial Femenina. Seguramente sienta cierta nostalgia cuando el torneo empiece sin él. Sin embargo, no lamentará su ausencia en el banquillo cuando Candá y Nueva Zelanda se enfrenten en Grenoble, a juzgar por sus recuerdos de la cita de 2015.

“No me gustó nada aquel partido y, sinceramente, le tenía miedo”, recuerda. “Para mí, empatar contra Nueva Zelanda fue lo peor que podía pasar, porque, en aquel Mundial, tanto las jugadoras como yo teníamos mucha presión. Lo único que me faltaba era sentir además la presión añadida de enfrentarme a mi exequipo, porque sabía que ellas iban a darlo todo con tal de ganarle a su antiguo seleccionador”.

“Al final empatamos a cero. El partido fue tan duro como esperaba, y supongo que, en cierto modo, me quedé satisfecho. El miedo a perder siempre estuvo ahí. Pero aquel choque no lo disfruté lo más mínimo”.

Los recuerdos de Herdman de Canadá 2015 tienen un regusto amargo. A pesar de sentirse orgulloso de que la selección anfitriona “conquistara el corazón del país”, su veredicto acerca del torneo —y de su eliminación en cuartos de final— es inequívoco.

"No cabe duda de que fue una oportunidad perdida", señala. "Nos quedamos todos hechos polvo. El Mundial es muy distinto a cualquier otro torneo, porque el entorno en el que juegas es muy, muy duro. Contamos con un equipo de psicólogos e hicimos todo lo posible para crear el ambiente idóneo y sacudirnos la presión. Pero es un entorno bastante asfixiante".

"La mayor lección que aprendí fue que nuestra afición quería ver un estilo de juego creativo que le ilusionara, pero en ese entorno, y con esa presión, es muy complicado sacar a relucir la creatividad, porque tu instinto natural busca la seguridad. Ese es el aspecto más importante que cambiaría".

"Supongo que es algo que debería haber abordado como seleccionador. Tendría que haber hecho de Canadá un equipo difícil de batir, que jugara de manera mecánica. Más o menos como hizo Francia en la Copa Mundial masculina de Rusia. Al echar la vista atrás, pienso que me equivoqué en el planteamiento psicológico".

Sin duda, una confesión sincera de un entrenador conocido por su franqueza. Y, aunque sea como mero espectador, seguro que Herdman disputará cada balón y analizará cada partido mientras ve desde la distancia la Copa Mundial de Francia 2019.