sábado 16 julio 2016, 14:15

Jennings y el temible tridente estadounidense

  • Carin Jennings-Gabarra fue parte integral de la selección ganadora de la Copa Mundial en 1991

  • Aseguró el primer Balón de Oro de la historia de la Copa Mundial Femenina

  • Sostuvo: "Creo que fuimos uno de los primeros equipos en jugar con tres delanteras"

“Lo que más recuerdo es la amistad de las jugadoras del equipo... Todas jugábamos por amor hacia el fútbol y por nuestras compañeras”.

FIFA.com sigue celebrando momentos mágicos de la Copa Mundial Femenina de la FIFA™. Ahora entrevistamos a la delantera estadounidense Carin Jennings-Gabarra, que, un cuarto de siglo más tarde, prefiere no centrarse en su formidable desempeño individual y nos habla de lo especial que fue formar parte del conjunto de las barras y estrellas en la edición inaugural del torneo, en RP China 1991.

Y posiblemente sea fácil entender por qué Jennings-Gabarra, humilde por naturaleza, quiera hablar del plantel estelar de Estados Unidos y no de sus propios logros, sobre todo si nos fijamos en quiénes fueron las compañeras de la californiana durante aquella histórica campaña triunfal. Compartió vestuario con un plantel de futbolistas verdaderamente excepcionales, con jugadoras de la talla de Michelle Akers, Kristine Lilly, Julie Foudy, April Heinrichs, Brandi Chastain, Carla Overbeck, Joy Fawcett e incluso una jovencísima Mia Hamm, que entonces tenía 19 años.

Y, entre ese elenco estelar, fue Jennings-Gabarra quien se adjudicó, gracias a su desempeño en RP China 1991, el primer Balón de Oro del Mundial Femenino de la historia, después de que Estados Unidos venciese por 2-1 a Noruega en la final. Compartió la punta de ataque con Akers y Heinrichs, formando posiblemente una de las líneas ofensivas más temibles y prolíficas de la historia, descrita como “tridente” por los medios de comunicación chinos durante el certamen.

Jennings-Gabarra, Akers y Heinrichs formaron un tridente de miedo: sumaron entre ambas 20 de las 25 realizaciones materializadas por Estados Unidos en RP China 1991. El tridente estadounidense fue tan eficaz que pocos equipos del mundo podrían mantener semejante ritmo goleador.

“Creo que fuimos uno de los primeros equipos de la historia que jugaron con tres atacantes”, recuerda Jennings-Gabarra. “A los rivales ese estilo se les hacía extraño, y no sabían cómo contrarrestarlo ni cómo reaccionar, porque nunca habían visto nada igual”. Y al principio de esta entrevista exclusiva con FIFA.com, aunque hayan pasado tantos años, Jennings-Gabarra conserva muy vivos los recuerdos del juego que desplegó no sólo con sus compañeras de ataque, sino con todo el plantel.

“April Heinrichs es una de las personas más competitivas que he conocido nunca, dentro y fuera de la cancha”, dice Jennings-Gabarra. “Michelle Akers es alguien que se entrega en cuerpo y alma en todo lo que hace. Tuve muchísima suerte de jugar en la línea de ataque con ellas, y también de compartir equipo con las centrocampistas y las defensas, fue todo un honor. Todo el mundo era especial”.

Orientación ofensiva

Ese tridente resultó especialmente mortífero ante Alemania en la semifinal de RP China 1991, que las estadounidenses ganarían 5-2, ya que los cinco goles de la selección fueron obra de las delanteras. Jennings-Gabarra anotó una tripleta en el primer periodo —la mitad de sus dianas en toda la prueba—, y su segundo tanto fue, sin duda alguna, el mejor de todos.

Tras crear espacio con dos rápidos toques que le permitieron deshacerse de su marcadora, conectó un potentísimo disparo desde más de 20 metros que se coló por la escuadra contraria, dejando clavada a la guardameta Marion Isbert, que nada pudo hacer para evitarlo. ¿Pero cómo consiguió Jennings-Gabarra realizar esa proeza en tan poco tiempo ante uno de los mejores equipos del mundo?

FIFA Women`s World Cup China PR 1991

“En cierto modo, se trató de fortalezas y debilidades”, explica. “Ya antes de aquel partido, siempre me había gustado jugar contra Alemania, por el estilo que tenían ellas. Contra Noruega no pude jugar bien en ningún momento, porque era un equipo que recurría mucho a los balones aéreos”.

“Yo no soy muy dinámica por alto. No se me conocía precisamente por esa faceta ni se me daba muy bien. Pero me encantan los balones rasos. Me gustaba muchísimo jugar contra rivales que tenían ese estilo, y ese día funcionó”.

Jennings-Gabarra también analiza el crucial choque de semifinales en su conjunto, que para muchos representó una auténtica sorpresa protagonizada por las estadounidenses. “Todas estábamos muy motivadas. Ellas estaban consideradas el equipo número uno del mundo, acababan de ganar la Eurocopa y todo el mundo pensaba que iban a ganar también el Mundial”.

“Lo especial de aquel partido fue que ese día mi marido, Jim [entonces su prometido], tomó un avión para venir a verlo. No había ido a ningún otro partido, ¡así que me ayudó que estuviese allí!”.

La sed de triunfos y la competitividad de las estadounidenses han sido una característica distintiva de sus tres selecciones campeonas del mundo, y el deseo de Jennings-Gabarra de llevarse la victoria dejó en un segundo plano todas las distinciones personales recibidas durante su carrera. “Está en casa, es como un sujetalibros”, dice, refiriéndose al trofeo del Balón de Oro que conquistó en China. “Sí que lo valoro, pero también valoro la victoria y el tiempo que pasé allí con el equipo”, señala.

“Era otro mundo, ninguna sabíamos que había un Balón de Oro ni una Bota de Oro ni nada parecido. Ninguna jugábamos para conseguir eso. Parece ser que sí se hablaba de ello en los periódicos de Estados Unidos, pero a nosotras, en China, no nos llegaba nada de esa información. Simplemente estábamos centradas en jugar los partidos y en hacer lo necesario para ganar, en hacerlo juntas. Para mí es especial tenerlo, pero lo tengo gracias al juego que practicó el equipo”, concluye.