lunes 15 febrero 2021, 22:00

Mewis: "Quiero ganar el oro olímpico con mi hermana"

  • Sam Mewis fue elegida hace poco mejor jugadora estadounidense del año

  • La centrocampista brilla también con el potente Manchester City inglés

  • Mewis habló con FIFA.com de su mentalidad, su familia, sus ambiciones...

Si hay una cualidad, además de la excelencia, que viene distinguiendo a la selección femenina de Estados Unidos es una firme confianza en sí misma. Se trata de la mejor selección del mundo, y tanto el colectivo como sus individualidades disfrutan sin tapujos de esa condición tan ganada a pulso.

Sam Mewis tendría más motivos que el resto para pavonearse con arrogancia y decisión en su caminar. Al fin y al cabo, se ha erigido en la actriz principal de este extraordinario elenco tras haber sido elegida recientemente –por un holgado margen– mejor jugadora estadounidense del año.

Mewis también ha sobresalido en el fútbol de clubes y, en la larga lista de estrellas extranjeras que han recalado en la WSL inglesa, pocas están a la altura del impacto causado por la espigada y potente centrocampista del Manchester City.

Sin embargo, cuando su seleccionador Vlatko Andonovski la describe como “un verdadero ejemplo de lo que representa la selección femenina de EE.UU.”, no es porque Mewis rezume esa inquebrantable autoconfianza. Ni mucho menos…

Cuando Mewis declara que simplemente espera “ser convocada para la próxima concentración”, no se trata de falsa modestia; ni tampoco cuando, antes de la final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019™ , se mostraba preocupada porque no quería “ser la razón por la que no ganemos”. Esas palabras reflejan la humildad sincera y discreta que ha modelado toda su carrera.

Como bien reconoce Andonovski, la jugadora de 28 años encarna otra cualidad que define a las Barras y Estrellas: su determinación para no estancarse nunca ni dormirse en sus numerosos laureles. Ese mismo empeño en seguir mejorando continuamente es lo que hizo pasar a Mewis de no ser convocada para Canadá 2015 a ser titular en Francia 2019; y a convertirse ahora, en palabras de Megan Rapinoe, en “la mejor jugadora de nuestro equipo”.

La lesión de tobillo que sufrió tras haber firmado un triplete contra Colombia en enero impedirá a Mewis refrendar esas palabras en la próxima Copa SheBelieves. Pero Sam estará animando a sus compañeras y, en particular, a su hermana Kristie. Y confía en que las dos centrocampistas Mewis puedan colgarse el oro este año en el Torneo Olímpico de Fútbol Femenino…

Usted y Kristie empezaron a ser internacionales desde juveniles, jugando grandes torneos. ¿Cómo recuerda esas experiencias ahora?

Todo lo relacionado con eso –vivir lejos de casa, jugar al fútbol a un nivel altísimo contra jugadoras de diferentes culturas…– supuso una preparación fantástica para lo que viví en el Mundial absoluto en 2019. La estructura de los campeonatos es muy similar y, claramente, haber tenido esa experiencia muy joven –y saber qué dificultades entraña– te prepara para volver a experimentarlo todo a mayor escala. Recorrer el mundo, especialmente a tan tierna edad, es todo un privilegio; y hacerlo con mi hermana hizo que fuese súper especial… ¡aunque por entonces hubo momentos en los que no nos llevábamos tan bien! (risas) Pero incluso en esos días, el fútbol era una de las cosas que compartíamos entre nosotras. Era algo que a la gente de fuera a menudo le costaba comprender, y eso siempre nos mantuvo unidas.

¿Puede decirse que los conflictos de esos años de adolescencia ya quedaron atrás? Usted y Kristie parecen estar más unidas que nunca…

Sin duda. Mi madre siempre dice: “¡Gracias a Dios, ahora son amigas!” (risas). En esas competiciones juveniles, durante nuestros años de instituto, hubo muchas riñas. Creo que, simplemente, para nosotras era complicado ser tan parecidas, hacer lo mismo, seguir el mismo camino y encontrarnos que, al ser hermanas, la gente de fuera nos comparaba constantemente. Pienso que ahora podemos apreciar mucho mejor lo extraordinario que es que las dos seamos futbolistas profesionales y estemos intentando afianzarnos en la selección. Saboreamos de veras lo genial y lo único que es eso… También creo que, al haber madurado, hemos llegado a entendernos mucho mejor, y somos mucho más pacientes la una con la otra. Decididamente, siento que Kristie es mi mejor amiga y me comprende mejor que nadie.

Sin ser comparable con la final del Mundial, ese partido contra Colombia en el que marcó un triplete y Kristie también vio puerta, debe de ser una de las experiencias más especiales…

Fue surrealista. Me acababan de sustituir cuando Kristie salió a jugar y, cuando ella marcó, recuerdo que me pregunté: “¿Qué estarán pensando nuestros padres ahora mismo?”. Se lo pregunté después, y mi madre dijo que estuvo llorando porque estaba súper orgullosa y feliz. Pero también sé que puedo hablar por las dos cuando digo que queremos más. Recordaremos esa noche con mucho cariño, pero ambas queremos formar parte de la selección olímpica y ganar una medalla de oro, y me encantaría si pudiésemos conseguirlo juntas.

¿En qué medida son los Juegos Olímpicos un objetivo para usted, sobre todo tras haberse perdido la pasada edición?

Es una de las espinitas que tengo clavadas, así que es un gran objetivo. Estuve muy cerca de entrar en el equipo para Río [2016], y entiendo totalmente por qué no lo hice, pero eso me ha dado claramente una motivación añadida para desempeñar mi papel en Tokio. Los Juegos Olímpicos es algo con lo que he soñado toda mi vida.

Ha mencionado lo cerca que estuvo en 2016, tras haberse quedado fuera también del equipo para el Mundial de 2015. ¿Qué cambió para que pasase de ser titular en Francia 2019?

Ante todo, crecí un poco. Acababa de salir de la universidad en la época del Mundial de 2015 y, pensándolo ahora, no fui todo lo buena profesional que podría haber sido. Decididamente, no hacía todo lo que podía, todo el rato, para convertirme en la jugadora que quería ser. Aprendí esa lección. Pero también tengo que decir que les debo mucho a los entrenadores que trabajaron conmigo durante esos años. Mi etapa en el [North Carolina] Courage con Paul Riley sobresale porque aprendí muchísimo. También empecé a entrenar en las pretemporadas con un hombre llamado Walter Norton, y él nunca me reconoció el mérito de haber hecho “casi lo suficiente”. Cuando fui designada como reserva en los Juegos Olímpicos, simplemente dijo: “Esa historia no es genial. Consigamos que vivas una historia genial”. La forma en que lo abordamos fue trabajando realmente duro, y descubrí que podía alcanzar un nivel totalmente nuevo de esa forma.

Lindsey Horan (L), Emily Sonnett (LC), Sam Mewis (C), Mallory Pugh (RC) and Rose Lavelle (R) celebrating with trophy 

¿Tuvo también que hacer un esfuerzo psicológico para volverse un poco más “implacable”?

Sin duda, con la selección hay una transición por la que tienes que pasar: de simplemente estar contenta con ser convocada a exigir un poco tu sitio en el equipo. Es uno de los pasos más difíciles que ha de dar cualquier jugadora, y me doy cuenta de que sigo teniendo la mentalidad de “espero que me convoquen para la próxima concentración”. Puede que la gente se ría, pero en la selección de Estados Unidos da la impresión de que estás constantemente a prueba, y siempre hay alguien haciéndolo mejor que tú. Pero está claro que, cuando eres una simple componente más de la plantilla, tiene que haber un cambio hasta que pienses: “Este es mi sitio, y merezco estar aquí”. Y es un cambio que yo he ido experimentando durante los últimos años.

Incluso hoy, tras su papel en Francia 2019 y haber ganado el premio de Jugadora del Año, ¿sigue preocupándole que no la citen para la siguiente concentración?

Sí. Bueno, hoy en día me siento claramente con más confianza a la hora de decir “este es mi sitio”. Pero eso, en cierta medida, va y viene. En este equipo, siempre está esa voz interior que me dice: “Tengo que seguir trabajando y mejorando porque, en el instante que deje de mejorar, alguien va a superarme”.

Sam Mewis (left) and Spain s Virginia Torrecilla in action.

En lo futbolístico, se adaptó bien al Manchester City. Sin embargo, debido a las restricciones de movilidad que generó la COVID, ¿cómo le resultó la adaptación a sus compañeras fuera del campo?

Tuve la suerte de tener a mi marido y a nuestro perro aquí conmigo en otoño, y eso me ayudó muchísimo a adaptarme bien y a sentirme feliz y cómoda. Tener aquí conmigo a Rose [Lavelle], y ahora también a Abby [Dahlkemper], también ha sido de gran ayuda. Eso te da simplemente esa pequeña comodidad dentro del equipo que te hace sentirte segura de ser tú misma… ¡y saber que al menos alguien entenderá de qué estás hablando! (risas) En cuanto a las restricciones por la COVID, si ha tenido algo positivo es que nos ha permitido estar aún más concentradas en el fútbol y en todo lo que conlleva. No hay prisa por abandonar las instalaciones del Manchester City y no hay nada más que hacer, por lo que puedes tomarte tu tiempo y hacer todo lo que pueda ser útil para tu entrenamiento y tu recuperación. Eso es lo más positivo que he sacado.

Rose y a Abby no son simplemente compañeras de equipo y de selección, sino también dos de sus amigas más íntimas, ¿verdad?

Está claro. Son dos de mis mejores amigas en este mundo, y me hace mucha ilusión que estemos aquí juntas, pasando por esta misma experiencia al mismo tiempo. Por ejemplo, Rose y yo conseguimos ganar la final de la Copa de Inglaterra juntas en Wembley; es algo que recordaremos siempre. Y esperemos que en el futuro haya más grandes experiencias que compartamos las tres.

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¿Cree que las experiencias que está teniendo en Inglaterra la están haciendo mejor jugadora?

Eso espero. Pensé que venir aquí era una oportunidad maravillosa para crecer y hacer evolucionar mi juego, y la experiencia en su conjunto –jugar en el fútbol inglés y en la Liga de Campeones– está siendo muy satisfactoria. Una de las cosas mejores es que hay muchísimas competiciones: pasas de un partido de liga a la Copa de Inglaterra y a la Liga de Campeones. Es genial tener tanta variedad y tantos trofeos a los que aspirar.

Tengo que preguntarle por su apodo ‘Tower of Power’ (“la torre potente”). ¿Le gusta, y es verdad que fue Abby Dahlkemper quien se lo puso?

Abby estaba allí cuando surgió, pero en realidad, el apodo vino de un locutor en un partido del Courage. ¡A no ser que Abby le diese la idea! (risas). Nos estaban entregando anillos por haber ganado la liga y, al anunciar mi nombre, se sacó de la manga un “La torre potente… ¡Sam Mewis!”. Todas nos quedamos mirando, riéndonos. Fue muy gracioso, y era un apodo tan bueno que caló. Y sí me gusta… ¡Ahora ya lo he adoptado!

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