“Es una gigante”, señala entusiasmado Luizão en declaraciones a FIFA.com, refiriéndose a su número 6.

Ese adjetivo sin duda hace pensar en una defensora físicamente imponente e intimidante, pero en este caso, es una imagen equivocada.

La lateral izquierda Gisseli apenas mide 152 centímetros. Y tampoco tiene un aspecto demasiado intimidante, como explica el seleccionador, riéndose. “Siempre lleva los labios pintados, ¡hasta en los partidos!”, dice.

La talla descomunal de Gisseli no es física, sino que se desprende de su juego y de la garra que la caracteriza. Se lanza a por los balones con más ímpetu que nadie. Destaca en los marcajes, ejerciendo una presión que atenaza a las extremas rivales. Y tiene una gran personalidad.

“Es una gran futbolista y una gran contrincante”, continúa Luizão. “A las adversarias les resulta muy complicado jugar contra ella. Y como integrante del plantel, es una gran muchacha. Siempre está sonriendo, siempre está contenta. Es extravertida, tiene una gran personalidad, y para el equipo eso es fantástico”.

Así, al año siguiente, con apenas 13 años, se despidió de su familia y sin tener siquiera un sitio en el que quedarse puso rumbo al norte, al estado de Maranhão, para emprender una carrera en el fútbol, algo que alguna gente de su entorno había tildado de “fantasía”.

Durante los dos siguientes años recorrería otros 2.500 kilómetros hacia el sur, hasta São Paulo, y luego 900 más rumbo al suroeste, para recalar en Santa Catarina, donde ahora juega vistiendo los colores del Chapocoense.

Después de ese periplo, cruzar el arroyo Chuy para competir en Uruguay difícilmente iba a asustar a esta extraordinaria muchacha de 17 años. Bueno, ¡al margen de la recurrente preocupación por no olvidarse de su cosmético preferido!

“Llevo el lápiz de labios a todas partes”, señala. “Siempre me pongo más, u otro distinto. Siempre lo pongo en los partidos”.

Gisseli, que también brinda interesantes opciones ofensivas al cuadro brasileño, al desplegar un juego similar al de Jordi Alba, Philipp Lahm o Bixente Lixarazu, tuvo que hacer gala de un coraje gigantesco para llegar a la cita de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA.

“Donde yo me crie, el fútbol femenino prácticamente no existía”, cuenta a FIFA.com. “Ni siquiera sabía que había selecciones nacionales femeninas de categorías inferiores”, confiesa.

Y el primero de esos encuentros que está planificando Luizão, que ha obrado maravillas desde su designación como seleccionador hace tres años, se producirá el martes contra Japón.

Brasil no consiguió la clasificación para Costa Rica 2014, pero a sus órdenes el equipo se adjudicó el Campeonato Sudamericano Femenino Sub-17 en marzo, y alzó la Copa BRICS Sub-17 en julio.

Luizão es de los que piensan con originalidad —está convencido de la importancia de la camaradería y la fortaleza psicológica— y su discurso, a diferencia del de muchos otros técnicos, no incluye relativizar sus opciones, aun cuando Brasil nunca haya ganado un partido de la fase de eliminatorias en el torneo.

“Tengo mucha confianza”, apunta. “Llevamos desde el año pasado preparándonos para esto. Hemos conseguido buenos resultados en todas las competiciones que hemos jugado, y aspiramos al título. Estoy convencido de que podemos lograrlo”.

“Hemos estado estudiando a Japón y a México, hasta hemos ido a Sudáfrica, allí jugamos contra la selección sudafricana. Analizamos continuamente las características de nuestros oponentes”.

“Tengo muchísima fe en este plantel. Contamos con mucha calidad y estamos muy bien preparados. Nos hemos esforzado mucho en el plano psicológico. Estoy convencido, de verdad. Yo describiría este plantel como una gran familia. Todas las chicas se llevan muy bien, dentro y fuera del terreno de juego. Siempre que se incorpora una nueva, todas ayudan a que se sienta como en casa”, sigue.

Y Gisseli añade: “Hay muchos grandes equipos. Pienso que nuestro mayor adversario por el título será Japón. Pero yo creo que podemos ganar el Mundial, lo creemos todas las jugadoras del equipo. A eso hemos venido”.