miércoles 14 noviembre 2018, 13:32

Leat, una karateca en el arco de Nueva Zelanda

  • Leat entrenó con la selección absoluta de Nueva Zelanda con apenas 13 años

  • Representó a su país en campeonatos de karate antes de pasarse al fútbol

  • Es la futbolista más joven en haber debutado con las Football Ferns

Una entrevista con la arquera neozelandesa Anna Leat sirve para recordar rápidamente que las futbolistas son mucho más que meras deportistas.

La charla con ella abarca desde su deseo por combatir el cambio climático y contribuir de manera directa en la conservación del medio ambiente hasta la época en la que representó a su país en campeonatos de karate antes de enfundarse los guantes de portera.

“Crecí al aire libre. En estos últimos años he aprendido muchas cosas sobre el cambio climático, y es alucinante lo poco que se hace al respecto. Quiero ser parte activa de un cambio positivo”, cuenta Leat a FIFA.com después de haber dejado su arco a cero en el triunfo inaugural de Nueva Zelanda por 1-0 sobre Finlandia en la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Uruguay 2018.

Leat se crió en un pueblo llamado Arrowtown, cerca de Queenstown, en el sur de Nueva Zelanda. Su amor por la naturaleza creció también en aquel entorno rural. Un día, su familia decidió hacer las maletas y trasladarse a Auckland, a 1.500 kilómetros de distancia y en el extremo opuesto del país, en busca de más oportunidades para que sus hijos pudieran desarrollar todo su potencial.

“Si no vives en la ciudad, juegas en desventaja”, dijo su madre Jackie, consciente de que Anna tenía “aptitudes” para ser arquera y de que no podría formarse al máximo nivel para una posición tan específica en una zona rural.

Anna Leat, en palabras de su madre:

  • Decidida

  • Resuelta

  • Con talento

  • Plenamente centrada

  • Una gran ética profesional

Anna empezó a practicar karate a los cinco años, después de ver a otros niños en una exhibición. Tres años después ya era campeona neozelandesa de esta disciplina.

Sin embargo, a los 12 decidió centrarse más en el fútbol, porque “ya no disfrutaba tanto el karate” como cuando era más pequeña. “Me gustaba formar parte de un equipo. El karate es demasiado individual”.

Al cumplir los 13 ya estaba entrenando con la selección femenina absoluta de Nueva Zelanda y, dos años más tarde, se convirtió en la jugadora más joven de la historia en vestir la camiseta de las Football Ferns.

Podría pensarse que volver a jugar con el combinado sub-17 no le genera tanta ilusión como jugar con el absoluto, pero Anna no es de esa opinión.

“Es genial estar con un grupo de chicas de mi edad a las que les pasan las mismas cosas que a mí fuera del fútbol”, señala. “Conozco a algunas de ellas de la sub-20, hemos crecido juntas. Somos grandes amigas. Hay muy buena sintonía entre todas y el ambiente dentro del equipo es fantástico”.

Igual que ha hecho todos estos años, su madre ha vuelto a recorrer una gran distancia para animar a su hija. Y esta vez ha venido acompañada de un kiwi —ave endémica de Nueva Zelanda y símbolo nacional— hinchable, para el que esta es ya su tercera Copa Mundial femenina juvenil.

“La mayoría nos emocionamos”, cuenta Jackie. “Ver a tu hija en un Mundial y cantando el himno... Es muy difícil que no se te escape alguna lágrima. No hay nada comparable a esto”.