Escribir su nombre en la historia es una ambición que albergan muchos futbolistas. Adama Traoré ya dejó el suyo grabado en los anales de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA: siguiendo los pasos de Lionel Messi en 2005, Sergio Agüero en 2007 o Paul Pogba en 2013, el maliense se adjudicó el Balón de Oro adidas del torneo en 2015.

“Fue un gran orgullo suceder a esas estrellas. Muy poca gente puede presumir de haber ganado este trofeo, aunque soy consciente de que mi carrera no puede ni compararse con las suyas”, explica el jugador a FIFA.com. “¡Pero sí que me motiva! ¡Hace que quiera seguir esforzándome para conseguir otros trofeos!”.

Desde que conquistó el título de mejor jugador y la tercera posición con Malí en aquel certamen, Traoré no ha logrado ni una sola recompensa más. No ha sido por carecer de ambición ni de talento, sino de suerte: a las pocas semanas de Nueva Zelanda 2015, una fractura de tobillo impidió a esta Águila seguir alzando el vuelo, justo cuando acababa de fichar por el AS Mónaco.

“Después de esa lesión tuve unos años complicados”, explica el centrocampista, que únicamente disputó 15 partidos entre 2016 y 2019. “Recuperarme por completo me costó mucho tiempo y esfuerzo. Hasta esta temporada no he empezado a encontrarme bien por fin y a volver a practicar mi mejor juego”. Este año, en las filas del Metz —al que ha sido cedido por el club monegasco—, ha jugado tantos partidos como en los tres ejercicios anteriores. Y además de cantidad, ha mostrado sobre todo calidad.

Su regreso no podría llegar en un momento más oportuno para la selección maliense. Las Águilas son habituales de la Copa Africana de Naciones, pero todavía no han logrado estrenarse en la Copa Mundial de la FIFA, y en estos momentos les espera la segunda ronda de la competición preliminar de la CAF para Catar 2022. “Yo participé en el Mundial Sub-20, conservo unos recuerdos extraordinarios de él, ¡así que casi ni me atrevo a imaginar lo que puede ser el Mundial absoluto! Es el sueño de cualquier futbolista. Para conseguir la clasificación nos hará falta trabajo, seriedad y solidaridad”, pronostica el volante.

Si esa es la fórmula, está funcionando a la perfección en las categorías inferiores del combinado maliense, acostumbrado a brillar con regularidad en las pruebas sub-17 y sub-20. No obstante, a la absoluta le resulta manifiestamente más difícil. “Gran parte de la explicación es psicológica, y quizás también se deba a la falta de experiencia en las grandes citas”, analiza Traoré. “Pero yo tengo confianza, ¡estoy seguro de que tenemos calidad para clasificarnos esta vez!”.

Y podemos creerlo. Además del renacido Traoré y de una generación de jugadores que ha alcanzado la madurez, Malí cuenta actualmente con varias grandes promesas, si nos fijamos en los puestos de semifinalista obtenidos por el conjunto sub-17 en los Mundiales Sub-17 de 2015 y 2017, por no hablar de los puntales del equipo: el capitán Molla Wagué, el delantero Moussa Maregua y uno de los principales atacantes de la selección… ¡Adama Traoré!

“¡Sí, es fácil confundirnos!”, señala el centrocampista respecto a su tocayo, que también milita en el FC Metz. “Somos amigos. Para distinguirnos, a mí me han puesto el apodo de Noss, por Nostradamus”. Ahora Noss Traoré tiene que labrarse definitivamente un nombre en la historia del fútbol maliense… ¡o más bien un apodo!