martes 08 marzo 2016, 10:22

Ludmila, una madre muy especial en el fútbol ruso

Para la mayoría de la gente, una madre es alguien que siempre estará a su lado y brindará apoyo en los momentos buenos y malos. En el caso de Leonid Slutsky, técnico de la selección rusa y del CSKA de Moscú, su madre, Ludmila, ha sido aún más importante. FIFA.com publica su historia en el Día Internacional de la Mujer.

Ludmila, maestra de educación infantil en Volgogrado, perdió a su esposo, Viktor Slutsky, boxeador profesional retirado y profesor de educación física, cuando Leonid apenas tenía seis años, por un cáncer de pulmón. Tras quedarse viuda, atravesó muchas penalidades sola.

“Eran tiempos difíciles”, recuerda en una entrevista con Welcome2018.com. “Tenía que pagar 120 rublos al mes por nuestro piso de una cooperativa cuando solamente ganaba 95. También cobraba una pensión de viudedad que, junto a mi sueldo, alcanzaba para pagar el apartamento, y teníamos que vivir de la pensión de mi madre. Me levantaba más temprano e iba caminando al trabajo, en lugar de tomar el tranvía. Así ahorraba tres copecs, que era lo que costaba entonces. Tres copecs a la ida y otros tres a la vuelta: en total, ahorraba seis copecs al día”.

“Trabajaba día y noche”, continúa. “Cuando pasé a ser la directora de la guardería conseguí un segundo empleo, de limpiadora de oficinas. Iba a fregar los suelos de noche, para que nadie me viese. Me daba vergüenza tener ese trabajo, pero lo necesitaba. No nos alcanzaba el dinero, nunca. Pudimos tomar un respiro cuando Lyonya consiguió su trabajo de entrenador en el Olimpia ”.

El secreto es el humor El actual seleccionador de Rusia se enamoró del deporte siendo niño, aunque su madre había intentado que se decantase por la música: “No creo que su padre tuviese ninguna influencia sobre él, en absoluto. Viktor ni siquiera lo llevó nunca a ninguno de sus entrenamientos de boxeo. Pero creo que Lyonya debe llevar el deporte en los genes. Primero lo mandamos a una escuela de música. No le gustaba nada. Un día me dijo: ‘Mamá, no pienso volver a la escuela de música, prefiero que me mates’. Y entonces se apuntó a un equipo de fútbol”.

La prometedora carrera de guardameta de Slutsky terminó antes de llegar a arrancar de verdad, cuando, a los 19 años, sufrió una grave lesión al caer de un árbol mientras intentaba rescatar al gato de un vecino. “Mi madre me llamó, me dijo que habían llevado a Lyonya al hospital. Cuando llegué, lo estaban operando. La operación duró dos horas. Tuvieron que recomponerle la rótula pieza a pieza”, explica Ludmila.

“Y la cara... prácticamente ya no tenía cara. La tenía toda cubierta por un moratón negro, un hematoma enorme, todo lleno de sangre, y se había roto la nariz. Pero ni se planteó dejar el deporte. Desde el principio, dijo: ‘Si no puedo jugar, voy a entrenar’. Ya antes de acabar los estudios de secundaria empezó a ocuparse de un equipo infantil. Yo ponía anuncios suyos en las farolas cerca de las escuelas”, rememora.

Desde aquel momento, la trayectoria de Leonid Slutsky fue progresando hasta hacerse cargo de la selección nacional absoluta. Su madre sabe cuál es el secreto de ese éxito: “Tiene un gran sentido del humor, que probablemente le haya salvado en más de una situación”.

“Ahora mismo hay un ambiente magnífico en el vestuario, siempre con bromas, todo el mundo se ríe. Lyonya me cuenta que a veces va por ahí cantando a plena voz, y se cruza con Berezutsky. Berezutsky se pone a pasear a su lado haciéndole los coros, y luego Ignashevich se suma a ellos, y los demás empiezan a reírse. Debe ser divertido trabajar en un ambiente tan distendido”.

La tensión que conlleva el cargo Pero el éxito tiene un precio, y nadie más que la madre de Slutsky conoce la tensión que él soporta cada vez que su equipo entra en el terreno de juego: “Un día Lyonya me dijo: ‘Mamá, cuando empieza el partido y salgo, lo único que quiero es que termine ya. Me siento como si tuviese unas pesas enormes de 50 kilos pegadas a los brazos y no pudiese levantarlas’”.

“No creo que vaya a deshacerse nunca de esas pesas, a ninguna edad, dure el tiempo que dure su carrera. Lyonya estuvo una temporada yendo al psicólogo, y ese psicólogo le dijo que cuando el entrenador está ahí y se está jugando el partido, experimenta la misma presión emocional que un minero que lleva tres días enterrado en una mina. ¡Vaya comparación! No creo que ninguno de nosotros pueda llegar a imaginárselo siquiera”.

Ludmila no va a los partidos de fútbol, y prefiere seguir a su hijo desde casa, por televisión: “Nunca voy a ningún partido y nunca he pisado un estadio. No creo que pudiese soportarlo. ¿Sabe cómo veo el fútbol por televisión? Silencio el sonido, me dedico a mis tareas y a veces miro cómo va el resultado. Todos saben que me pongo muy nerviosa los días de partido. Me sube la tensión... Esos días, todo el mundo procura no molestarme”.

Todavía no se sabe si Slutsky dirigirá a su país en su intento de adjudicarse la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™, pero su progenitora cree en él: “Cuando se anunció que Rusia iba a organizar el Mundial de 2018, le dije: ‘Espero vivir para verte entrenar a la selección, ¿qué me dices, hijo?’. No creo que en aquel momento se le hubiese pasado por la cabeza a Lyonya, pero a mí sí, de inmediato. Ni siquiera era una idea o un deseo, sólo una frase que se me escapó. Estoy convencida de que tiene las cualidades necesarias para conducir a nuestra selección a la victoria en 2018.

“Cuando Lyonya ganó el premio al mejor entrenador del año , no me dio la impresión de que yo tuviese nada que ver con ello, y todavía no lo sé. Pero estoy orgullosa de mi hijo, y probablemente un poco orgullosa también de mí. Cuando dijo en televisión ‘¡Te lo dedico, mamá!’ me pareció tan bonito que lloré”, concluye.