Brasil vino de atrás en el marcador y conquistó por primera vez la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA en Egipto 1997 al vencer 2-1 al entonces campeón Ghana. Con un aparato ofensivo que incluía a Abel, Matuzalem, Fabio Pinto y a la estrella naciente Ronaldinho, los sudamericanos le pusieron broche de oro a un torneo que dominaron de principio a fin.

21 de septiembre de 1997 | Estadio Internacional del Cairo, Cairo

Hasta ese entonces, la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA había sido un amor esquivo para Brasil. El Mundial Sub-20 ya lo habían ganado tres veces, así que la presión estaba al máximo sobre estos jóvenes. Y, para ponerle más emoción al partido, sería una reedición de la última final de la competición, donde Ghana se impuso 3 a 2 a la Seleçao.

La Verde Amarela llegó a la final con un impresionante camino. En la primera fase terminaron en la cima del Grupo C, con goleadas sobre Austria (7-0), Estados Unidos (3-0) y Omán (3-1). En la instancia definitoria, doblegaron a Argentina en cuartos de final (2-0) y sellaron su pasaje a la final con una sólida victoria ante Alemania (4-0).

Ghana era uno de los equipos más sólidos en la historia de la incipiente competición. Eran los campeones defensores, cuatro años antes habían sido subcampeones en Japón 1993 y también habían ganado Italia 1991. En esta edición quedaron en el primer lugar del Grupo D, luego de empatar con Argentina sin goles y derrotar a Bahréin (5-1) y Costa Rica (2-0). En cuartos de final vencieron a Omán (4-1) y en las semifinales a España (2-1).

El encuentro arrancó movido, con aproximaciones de Ghana cortesía de su delantero Emmanuel Adjogu, quien en varias ocasiones probó fortuna frente al marco rival. Brasil no se quedó de brazos cruzados y también tocó la puerta ajena, especialmente con jugadas a balón parado que llegaron a forzar al arquero rival a lanzarse para enviar la pelota a tiro de esquina.

Pero el primer gol fue para Ghana en los últimos minutos de la primera mitad. Un centro largo se revolvió entre defensores y atacantes, llegando hasta los pies de Owusu Afriyie. El jugador no desaprovechó la oportunidad y de primera intención anotó el gol en soledad frente al arquero.

Brasil tuvo que apelar a la paciencia para consagrarse campeón. El tanto del empate llegaría cortesía de Matuzalem, quien se encontró con un rebote del arquero y solo tuvo que mandar la esférica al fondo de las redes. El gol de la alegría infinita estaba reservado para Andrey, cuando todo parecía indicar que el juego iba a terminar en empate. Recibió la pelota a la espalda de los defensores y, ante la salida del arquero, la mandó levemente por encima para anotar el tanto del campeonato.

Si bien no tuvo ninguno de los premios que otorgaba la competición, es inevitable pensar en Ronaldinho. El brasileño ya desde muy joven empezaba a mostrar esos destellos de magia que después lo catapultaron a ser una estrella de talla mundial. En Egipto 1997 portó la camisa '10', anotando un par de goles a lo largo de la competición.

“El momento más bonito del certamen fue sin duda cuando nos proclamamos campeones del mundo y pude alzar el trofeo que nos acreditaba como tales. Brasil nunca había logrado algo así y poder vivir esa sensación es algo increíble”, Ronaldinho al reflexionar años después sobre ese partido.

A partir de Egipto 1997, Brasil comenzó a escribir una historia llena de triunfos en la competición y dos años después revalidó su título en Nueva Zelanda 1999. Actualmente es el segundo equipo con más campeonatos (4) después de Nigeria (5), y es el vigente campeón, luego de ganar la última edición donde fueron anfitriones.

Ghana, por su parte, ha tenido un andar más discreto. En 1999 quedó en tercer lugar y en República de Corea 2007 quedó en el cuarto lugar.