miércoles 03 octubre 2018, 19:30

Lucuix: "Este es el sueño de cualquiera que jugó o es entrenador"

  • El técnico lidera el sueño dorado de Argentina en Buenos Aires 2018

  • Los locales llevan dos años preparando a esta generación

  • Habla de la trascendencia olímpica, de presiones y disfrutes

Matías Lucuix era crack. Pero crack en serio. Su carrera podía coronarse en la Copa Mundial de Fútsal de la FIFA Tailandia 2012, pero una grave lesión lo sacó de las canchas y, tres años después, lo obligó a retirarse. Hoy, su lugar está en la dirección técnica. En la mayor de Argentina y, también, dirigiendo a la sub-18 en un evento histórico para el deporte: el Torneo Olímpico Juvenil de Fútsal Buenos Aires 2018, el primero para la disciplina dentro del programa olímpico.

"Este es el sueño de todo el que jugó o el que ahora es entrenador", le dice a FIFA.com a pocos días del estreno de Argentina ante Egipto. El 7 de octubre quedará marcado para siempre como la fecha en la que por fin el fútsal compitió bajo la bandera de los anillos olímpicos.

"El deporte se merece esta oportunidad. Es el primer paso para que algún día también se haga también con la mayor. Está en auge. Se puede ver por la cantidad de jugadores, por las ligas, por lo que es cada Mundial, cada Eurocopa, cada Copa América. Debería ser analizado desde ese lado y dar ese paso porque sería muy importante para el desarrollo del deporte".

Lucuix, apenas 32 años, se entusiasma mientras habla. Cada palabra que se junta con la siguiente va cortando el tiempo que queda hasta el debut: "Estoy muy contento, ansioso por el debut, con esas ganas de empezar a competir ya. Los chicos también pero son nervios normales". Más allá de comprender la situación, sabe que tiene que bajar es un mensaje de tranquilidad.

Candidatos, experiencias, presiones y saber disfrutar Y tiene lógica. En la tierra de los actuales campeones del mundo, los pibes olímpicos van a enfrentarse a la situación de ser candidatos a una medalla en condiciones inéditas para ellos. "Son 10 chicos en un lugar privilegiado: compitiendo por su país, en su país, con sus amigos en la tribuna, la primera vez que el deporte es olímpico… Es difícil".

"Vos les ves las caras en los entrenamientos, en la competición. Sabés a qué jugador le puede pesar un poquito más y a quién menos. Tratamos de hablarles, de manejarlos, de entenderlos y de llevarlos a un clima de disfrute más que de obligación que nos pueda llevar a hacer lo que entrenamos. No les pedimos más que eso".

Tiene fe en el que el proceso de trabajo que comenzó con esta generación hace dos años, cuando todavía era el ayudante de campo de Diego Giustozzi, el técnico que convirtió a Argentina en campeona del mundo en Colombia 2016, sirva para transformar dificultad en fortaleza.

"Fuimos a mucha clase de torneos, de partidos, viajamos mucho. Los chicos compitieron contra chicos de su edad, más grandes, en Europa, en Sudamérica… Tratamos de buscar la experiencia de no ser esta la primera vez que defienden la camiseta. Hay chicos que ya tienen 15 o 20 partidos con Argentina. Hay jugadores de la mayor que no los tienen. Buscamos que se quiten esa presión, que les juegue a favor y no en contra".

Entre los rivales a destacar, no duda. "Brasil, Rusia e Irán son selecciones muy potentes que también vienen a ganar", afirma. Más allá de que en una mirada general el deseo es que en el torneo "se vea espectáculo", la líbido está puesta en el 18 de octubre, cuando se decida la medalla de oro: "Ojalá podamos jugar esa final tan ansiada por los chicos, por nosotros y también para el deporte argentino".