sábado 03 diciembre 2016, 11:06

Irving: "Nos creíamos imbatibles"

La pequeña localidad galesa de Bala, situada en los márgenes del impresionante Parque Nacional de Snowdonia, es un lugar bello y pintoresco, con una población de 2.000 habitantes. Enclavado entre verdes colinas e inmensos bosques, se encuentra el campo de fútbol, modesto pero acogedor, de Maes Tegid, el hogar del Bala Town de la Premier League galesa.

Parece el último lugar en el que se esperaría ver corriendo por la banda izquierda a un jugador que se ha colgado la medalla de bronce en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA. Pero, si uno se pasa por el Maes Tegid en un día de partido, podrá disfrutar de las vistas espectaculares que rodean el recinto y encontrarse además con el defensa John Irving, quien, en 2014, contribuyó de manera decisiva a la trayectoria del Auckland City, contra todo pronóstico, hasta el tercer puesto en Marruecos 2014.

“Fue una experiencia increíble”, comenta Irving, quien dejó el Bala por el Auckland en 2013 y regresó al club galés en 2015. “El partido contra el equipo anfitrión, en un estadio a rebosar, con 40.000 aficionados que gritaban a todo pulmón, supuso para mí una experiencia completamente diferente a todo lo que había vivido hasta entonces”.

El espíritu de 2014 El Auckland jugará en Japón su octava edición de la competición, aunque casi siempre ha tenido problemas para superar el primer partido eliminatorio. En 2014, sin embargo, protagonizó una de las grandes gestas del torneo: el modesto club neozelandés estuvo a minutos de pasar a la gran final, donde esperaba un rival descomunal, el Real Madrid español.

Tras superar al club anfitrión, el Moghreb de Tetuán, e imponerse al ES Setif, el campeón de África, en cuartos de final, el Auckland plantó cara al ganador de la Copa Libertadores de 2014, el San Lorenzo, en un encuentro de semifinales que se vio abocado a la prórroga. Aunque se les escapó el sueño de enfrentarse en una final al Real Madrid de Cristiano Ronaldo, los neozelandeses conquistaron la medalla de bronce al imponerse a los penales al Cruz Azul, ganador de la Liga de Campeones de la CONCACAF, en el partido por el tercer puesto.

“Nos creímos imbatibles y capaces de enfrentarnos a cualquiera. Estuvimos a la altura de todos los equipos a los que nos enfrentamos y además se lo pusimos difícil a todos hasta el final”, explica Irving, oriundo de Liverpool. “Sentimos una satisfacción enorme por haber llegado tan lejos, nada menos que hasta el tercer puesto, sobre todo porque nadie se lo esperaba de nosotros. No obstante, nos llevamos una gran decepción por habernos quedado a las puertas de la final", explica.

"Cuando el San Lorenzo se enfrentó al Real Madrid, nosotros fuimos al partido sabiendo que podíamos haber estado sobre aquel césped, que podíamos haber jugado aquella final. Dicho esto, para nosotros tuvo una enorme importancia quedar terceros. Cuando regresamos a Nueva Zelanda, celebramos una rúa con una gran fiesta y todo el mundo estaba como loco con nosotros”, dice con satisfacción.

Irving, con el remate de un saque de esquina, anotó el único gol del partido contra el ES Setif, ganador de la Liga de Campeones de la CAF, que otorgó a su equipo el pase a semifinales.

“Trabajamos en sesiones dedicadas a practicar los centros y los remates durante los entrenamientos antes de aquel encuentro, en las que marqué unos cuantos goles”, desvela el jugador inglés. “El segundo entrenador dijo: ‘Dejemos que John lo intente, que suba a rematar un córner y a ver qué pasa’. El primer saque de esquina se produjo en la segunda parte y marqué. Después de aquello, subí al área en todos los córneres”, recuerda.

Irving destaca la sinergia increíble del equipo como una de las razones del éxito del Auckland en 2014, pero, sobre todo, los meticulosos preparativos del entrenador español Ramón Tribulietx y su equipo técnico, que no dejaron nada al azar en Marruecos.

“Llegamos a la competición extremadamente bien preparados”, comenta Irving. “El entrenador tenía un plan de juego y trabajamos sin descanso en él. Ramón estudió los partidos y lo tenía todo programado, hasta el mínimo detalle. Cuando llegó el momento, nos encontrábamos perfectamente rodados y sabíamos qué hacer", apunta.

"Además, el entrenador sacaba tiempo de donde fuera para asegurarse, uno a uno, de que estuviéramos bien, no sólo en lo futbolístico, sino también en el plano personal”, elogia.

Con la mirada en Japón Más de 18.000 kilómetros separan Bala de Auckland, pero Irving mantiene un contacto permanente con sus antiguos compañeros de equipo, y sin duda seguirá el 8 de diciembre el partido de su antiguo equipo, en el que figura su excompañero de habitación y capitán Ángel Berlanga, contra el campeón de Japón en el partido inaugural del torneo.

“El año pasado vi el encuentro entre el Auckland y el Sanfrecce Hiroshima. La suerte no acompañó. Pero sé que el equipo estará listo otra vez”, afirma Irving. “Ha vuelto a ganar la Liga de Campeones de la OFC, y estoy seguro de que Ramón lo tendrá todo perfectamente preparado para volver a hacer algo grande".