miércoles 24 noviembre 2021, 05:00

Voss-Tecklenburg: "Compartimos pan negro y salami con la selección danesa"

  • La primera edición del Mundial Femenino se celebró del 16 al 30 de noviembre de 1991

  • Hace 30 años, Alemania se impuso a Dinamarca en los cuartos de final de aquel certamen

  • Martina Voss-Tecklenburg, actual seleccionadora alemana, jugó aquel partido

Martina Voss-Tecklenburg tenía 23 años cuando disputó con Alemania la primera edición de la Copa Mundial Femenina de la FIFA, que se celebró en RP China allá por 1991. Tres décadas después, la ahora seleccionadora alemana busca conducir al combinado germano a la cita mundialista de 2023. En esta entrevista para FIFA.com, Voss-Tecklenburg nos habla de aquella edición inaugural, de una jugadora muy especial ya desaparecida y de los hitos que ha alcanzado el fútbol femenino desde entonces.

Este mes se cumple el 30º aniversario de la primera Copa Mundial Femenina de la FIFA, en la que usted participó en calidad de jugadora. ¿Qué recuerdos tiene de aquel certamen? Recuerdo que fue una competición agotadora, porque no estábamos acostumbradas a tanta exigencia. Jugábamos cada dos o tres días y los músculos se resentían con relativa rapidez. Me acuerdo de que la comida no nos gustó demasiado y de que Silvia Neid se alimentaba exclusivamente de alitas de pollo. Solíamos decir en broma que le iban a acabar saliendo alas en la espalda. Viajábamos mucho y al final de la tarde nos sentábamos juntas en el corredor del hotel.

Un día, la utilera del equipo, Wiltrud Friedenstab, estaba repartiendo pan negro y salami cuando Gero Bisanz, el entonces seleccionador, intervino: “Y si necesitáis un trago de cerveza para conciliar el sueño, también os lo podéis tomar”. A las integrantes de la selección danesa, que se alojaba en el mismo hotel, les pareció tan buena idea que se sentaron con nosotras en el pasillo y se sumaron al tentempié.

Otra anécdota fue que Pelé asistió a la cita mundialista y declaró que la dorsal siete de Alemania [nota del redactor: Martina Voss-Tecklenburg llevaba ese número a la espalda] era una de las mejores jugadoras del certamen (risas).

Lo cual nos da la entrada perfecta para la siguiente pregunta: en su opinión, ¿quién fue la mejor jugadora de aquel Mundial? Había muchas futbolistas que destacaban. Me acuerdo especialmente de Michelle Akers, que de cabeza iba mejor que ninguna de nosotras y que nos dejó impresionadas. En la selección alemana, la mejor fue Heidi Mohr.

Usted mencionó a Heidi Mohr, que por desgracia falleció en 2019. ¿Podría hablarnos un poco de sus cualidades y de hasta qué punto saldría bien parada en la comparación con las jugadoras de hoy en día? Heidi Mohr poseía unas cualidades extraordinarias. Tenía la portería rival entre ceja y ceja y podía hacer goles con la derecha, la izquierda, el hombro y la cabeza. Yo siempre la he comparado con Gerd Mueller, no por el perfil futbolístico sino por la capacidad goleadora.

Además, Heidi era una gran persona, con un dialecto y un sentido del humor muy característicos. Una vez salió al corredor del hotel vestida como para irse a dormir y dijo: “¡Vamos a hacer una fiesta de pijamas!”. La verdad es que su prematura muerte me afectó mucho. Hoy seguiría siendo una jugadora excepcional. De hecho, ha habido pocas de su categoría.

Para mí, ese nivel solo lo han alcanzado Birgit Prinz, Inka Grings y la propia Heidi Mohr, todas ellas futbolistas de una madera especial que constituyen ejemplos de cómo actuar en el área y frente al marco rival. Heidi y yo nos entendíamos bien. Una jugaba que hacíamos mucho era buscar a Heidi en el área por medio de un centro mío desde la derecha. Era solo ponérsela y ella se encargaba de que la pelota acabase en el fondo de las mallas.

Martina Voss (li.) und Heidi Mohr

¿Cómo resumiría la actuación de la selección alemana en aquella cita mundialista? Hicimos un buen Mundial, pero contra Estados Unidos y Suecia se nos notaron las limitaciones físicas. Simplemente, no estábamos preparadas en muchos aspectos. Después del segundo partido, a mí ya me dolían todos los músculos. Lo que no nos faltaba ya por entonces era la fuerza de voluntad, que constituyó la base a partir de la cual crecimos y sobre la que se sustentaron los éxitos que llegarían más adelante. Personalmente no guardo un gran recuerdo de aquel certamen, porque me lesioné el hombro en el partido contra Suecia y volví a casa entre lágrimas y con mucho dolor. Desde 1991 han cambiado muchas cosas en el fútbol femenino. En su opinión, ¿cuáles son los hitos más importantes que se han alcanzado a lo largo de los últimos 30 años? Todo aquello que supuso una primera vez en el fútbol femenino. Concretamente, en lo que respecta a Alemania, el primer título mundialista, pero también la primera participación en un Mundial. Estuvimos además en la edición inaugural del Torneo Olímpico de Fútbol Femenino. Participamos en casi todos los grandes certámenes y eso también demuestra los progresos que hemos ido haciendo.

Cada momento es importante, y los últimos 30 años han sido la base de la situación actual del fútbol femenino y de las perspectivas que hay de cara al futuro. Todo se ha construido sobre esos cimientos. Hoy tenemos futbolistas profesionales que hasta cierto punto pueden elegir dónde jugar. Se avecinan competiciones que se presentan extremadamente interesantes en los planos deportivo, comercial, mediático y de asistencia de público. Si tenemos en cuenta que en la DFB solo hace 51 años que existe el fútbol femenino entenderemos lo mucho que hemos avanzado.

Usted jugó la primera Copa Mundial en 1991 y ahora es la seleccionadora alemana. ¿Se habría imaginado hace 30 años que un día acabaría ocupando el cargo que entonces desempeñaba Gero Bisanz? No, por supuesto que no (risas). En 1991 era bastante joven y todavía tenía mucho camino por recorrer. Es cierto que por entonces ya había iniciado el camino de los banquillos y ya me había sacado mis primeros títulos de entrenadora, pero lo de llegar a dirigir a la selección… Eso todavía me quedaba muy lejos.

Gero Bisanz fue un espejo para mí en muchos aspectos, no solo como persona sino sobre todo como entrenador. Copié muchas cosas de él en el inicio de mi carrera y he recurrido a sus enseñanzas en numerosos momentos. Todavía hoy le estoy muy agradecida en numerosos aspectos. ¿Cuáles han sido para usted los momentos más destacados de su dilatada trayectoria? Para mí, desde luego, los momentos más destacados no son los títulos ni los éxitos. De hecho, a veces ni me acuerdo de cuándo o dónde he disputado un partido ni del resultado. Tengo muchos más recuerdos de la gente y de las vivencias. Lo que guardo dentro es lo que el fútbol me ha dado hasta ahora. Me considero una auténtica privilegiada y he tenido ocasión de viajar a muchos países y de conocer gente. He forjado amistades, he aprendido mucho y he vivido un proceso de crecimiento permanente. Me siento agradecida por haber podido hacer de mi pasión mi trabajo, y cada día que puedo disfrutar de esto es para mí un momento destacado.

¿Qué es más bonito, participar en un Mundial como jugadora o como entrenadora? Más bonito es participar como jugadora, porque siempre tienes la sensación de que tu influencia puede ser mayor sobre el terreno de juego. En el papel de entrenadora eres la máxima responsable del equipo y el trabajo lo haces antes, porque tu influencia durante el partido es limitada. Si el genio de la botella ofreciese concederme un deseo, pediría volver a ser joven y tener la oportunidad de jugar un Mundial hoy en día.