lunes 24 octubre 2016, 09:36

Un torneo que no termina con el pitido final

Los libros de historia reflejarán que la RDP de Corea conquistó la quinta edición de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA imponiéndose a Japón en la final. El palmarés norcoreano ganó un nuevo título. Pero un país, toda una región ganó mucho más tras este certamen.

Por primera vez, una competición femenina de la FIFA se ha organizado en Oriente Próximo, en una región donde, no hace tanto tiempo, el acceso de las mujeres al fútbol era casi inexistente en el terreno de juego… e incluso en las gradas. Tres años después de que la FIFA decidiese confiar la organización de la Copa Mundial Femenina Sub-17 a Jordania, y dos después de la modificación de las Reglas de Juego que autoriza ahora a llevar pañuelo en la equipación de las jugadoras, el partido inaugural Jordania-España ha pasado a la historia como el primero de un torneo FIFA en contar con jugadoras con velo.

Así, el deporte rey ha pasado a ser también cosa de mujeres allí. Y sin duda, lo seguirá siendo por mucho tiempo, dado el importante y valioso patrimonio que ha dejado el gran acontecimiento en el país y en la región.

“Queríamos poder dejar un legado, y pienso que hemos dado pasos muy importantes”, considera Samar Nassar, directora ejecutiva del Comité Organizador Local. “Construir nuestras infraestructuras, los estadios y 14 campos de entrenamiento para cumplir los requisitos de la FIFA era esencial; y también hemos logrado formar a mucho personal a un nivel alto. Sin duda, el haber dado estos pasos ayudará al fútbol jordano a avanzar, y a que también la comunidad se beneficie”.

Una pasión sin excepción Parte de esa comunidad, precisamente, la integran las jóvenes que tuvieron la suerte de participar en el Festival Live Your Goals celebrado en Zarqa, una de las sedes del campeonato. 150 chicas llegadas de escuelas de todos los rincones del Reino Hachemí se reunieron para la ocasión con un punto en común: su amor por el balompié. El programa, organizado por la FIFA en colaboración con la Federación Jordana de Fútbol, se extiende durante cuatro años, y aspira a sensibilizar a las jóvenes con este deporte, fomentar su práctica y aumentar su popularidad.

El fútbol, por otra parte, está en constante progresión, a juzgar por el entusiasmo mostrado por el pueblo jordano. Todo el país –incluidos cientos de niños residentes en campamentos de refugiados que fueron invitados al evento– vivió con pasión el torneo. Y muy especialmente, los partidos de su selección. Las tres derrotas jordanas no mermaron el orgullo de los lugareños por ver a su país representado por primera vez en un campeonato de la FIFA.

Los estadios se llenaron para seguir los primeros pasos de las chicas jordanas en la escena mundial. Y no se dejó a nadie de lado. Uno de los esfuerzos de la FIFA y del COL fue hacer accesibles los estadios a la mayor gente posible, incluidas las personas con discapacidad o con movilidad reducida, y proporcionarles toda la ayuda que necesitaran.

Además de las infraestructuras, el campeonato deja también un legado referente al esfuerzo de desarrollar en la región el fútbol en general, y el femenino en particular. Está muy bien traer fútbol de alto nivel al país para lo que dura una gran competición. Pero es mucho mejor hacerlo de modo que el fútbol se desarrolle allí de forma sostenible.

Ese era uno de los desafíos del taller de trabajo regional organizado en Ammán al margen de la competición, en el que participaron 16 entrenadores de fútbol femenino llegados de Emiratos Árabes Unidos, Palestina, Siria, Bahréin, Omán, Irán y Jordania. Todos ellos asistieron a conferencias pronunciadas por expertos de la FIFA, y ahora podrán transmitir las competencias adquiridas en sus respectivos países, con el fin de desarrollar el fútbol femenino en Oriente Próximo.

Poco antes del inicio del torneo, las jugadoras de las 16 selecciones participantes recibieron un incentivo extra para incrementar su hambre goleadora. La FIFA y la Federación de Fútbol de Jordania anunciaron que por cada gol que se anotase en la competición se haría una donación de 150 pelotas. Si hacemos balance, en los 32 partidos de esta Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA se anotaron 103 goles con lo que, en los próximos meses, se distribuirán 15.450 balones en las comunidades más vulnerables del Reino, brindando a muchos niños y niñas jordanos la oportunidad de jugar, practicar y, ojalá, ser parte del futuro fútbol profesional del país.

Un primer paso Además, gracias a este certamen, la implicación de las mujeres ha superado con creces los límites del terreno de juego. Era importante que se sintiesen partícipes de la planificación, la organización y la gestión cotidiana de todos los aspectos que requiere la intendencia de un acontecimiento semejante. A la vista del éxito del torneo, Jordania no puede sino felicitarse de que se confiasen tantas responsabilidades en las manos de mujeres. De hecho, un 75% de los miembros del Comité Organizador Local eran mujeres.

Samar Nassar es consciente de la huella imborrable que deja el evento en la región: “Estoy muy orgullosa de nuestro personal y nuestros voluntarios. Pero nuestra misión no ha acabado todavía. Este campeonato ha sido sólo el primer paso en un trayecto de mil kilómetros; y necesitamos la ayuda de todos para atraer aficionados y conservarlos, aprovechando la dinámica que ha generado este campeonato”, concluye.

Descubre en imágenes y con todo detalle el legado de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Jordania 2016 en el magnífico vídeo de arriba.