María Gálvez destaca en el fútsal por su llamativa habilidad, que desarrolló adentro de su casa gambeteando muebles como rivales, celebrando cada caño que le tiraba a las sillas del comedor.

Mechelle Pacheco, en cambio, sobresale por jugar en todos los puestos, incluso de arquero volante si la situación lo requiere. Ella absorbió desde niña el trabajo de papá Ronald, entrenador de la actividad y hoy su seleccionador.

Las dos, que representarán a Bolivia en el Torneo Olímpico Juvenil de Fútsal de la FIFA Buenos Aires 2018 desde el 7 de octubre, tuvieron que lidiar con el frente interno para empezar a patear una pelota.

“Yo practicaba en casa porque mis papás, al principio, no querían saber nada con que jugara”, dice María a FIFA.com, antes de entrar en el Centro de Alto Rendimiento (CeNARD).

“Después se acostumbró a que, en vacaciones, me escapara y pasa horas jugando en la cancha de fútsal de enfrente de casa. Volvía, comía y me iba. Así todos los días”.

En el caso de Mechelle, curiosamente, fue su papá el que quería evitar que terminara como deportista. “Él deseaba que fuera cantante, ¡pero no le resultó!”, se ríe.

Ronald hace su descargo. “Esto es sacrificado, prefería evitárselo. Pero siempre me acompañaba y una vez, tendría 5 años, bajó de la tribuna para explicarle a unos niños el ejercicio que les había pedido. Ese día empezó a jugar y aquí la tienes”, explica.

El frente externo tampoco fue sencillo. “Tengo cuatro hermanos, jugar con varones nunca fue un problema. A mí me discriminaban por la altura. Hasta me sacaron de una selección por eso”, cuenta María desde su 1.50 metros de puro talento.

Mechelle tenía 11 años cuando le tocó convivir “con hombres criticones, a quienes les hería que una mujer fuera mejor. Pero eso cambió, hoy casi ningún chico critica a mujeres jugando fútsal”.

Las dos tienen experiencia en Torneos Sudamericanos encima, pero entienden que un Torneo Olímpico Juvenil implica otras cosas.

“Ser parte de la primera selección de Bolivia que compite en fútsal en un orgullo muy grande. Lo mismo que representar al país en un Juego Olímpico: es distinto a cualquier otro torneo. ¡Miro todo en la Villa y no me lo creo!”, exclama María.

A Mechelle no la achica ni un debut dificilísimo ante una potencia como España: “Vinimos a competir, no a pasear. Tenemos una responsabilidad grande”.

Uno de los aspectos de esa responsabilidad lo encarna las niñas que en su país las pueden tomar como ejemplo. “A ellas les diría que entrenen y no se rindan, porque todas pueden llegar acá con esfuerzo y actitud”.

María, a tres toques

Mechelle, a tres toques

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