domingo 28 junio 2020, 11:00

Tostao: "Ni Maradona, Messi o Cristiano pueden compararse con Pelé"

  • Tostao explica su caño a Bobby Moore en México 1970

  • Admite que se pasó los últimos 20 minutos de la final llorando

  • Tostao compara a Maradona, Messi y Cristiano con Pelé

“He operado de desprendimiento de retina a innumerables pacientes”, declaró la oftalmóloga Alice R. McPherson. “La primera pregunta era siempre: ‘¿Recuperaré la vista?’. Lo único que este señor preguntó fue; ‘¿Podré jugar en el Mundial?’”.

El paciente con el que esta doctora, exalumna de Harvard, se encontró en un quirófano de Houston (Texas) a finales de 1969 también llegaría a hacerse médico. En aquellos momentos, sin embargo, era el hombre en el que Brasil confiaba para cortar en dos las defensas rivales como un afilado bisturí en México 1970.

El “tostao” era una moneda de poca monta, muy depreciada ya en la época, pero este Tostao en concreto, en la cima de su carrera, tenía un valor incalculable. Pocos años antes había sido el artífice de la victoria por el global de 9-4 con la que el Cruzeiro había impedido que el Santos de Pelé conquistara su sexto título brasileño consecutivo, un triunfo que había hecho temblar los cimientos del fútbol brasileño. Además, con diez tantos en seis partidos, se había proclamado máximo goleador de la competición clasificatoria de Sudamérica para la novena edición de la Copa Mundial de la FIFA™.

Entonces, se desencadenó la tragedia. Un despeje de Ditao, el mariscal de la zaga del Corinthians, se estampó en el ojo izquierdo de Tostao y le produjo desprendimiento de retina. Aquella lesión terminaría por abocarlo al retiro, y en última instancia a la medicina, con solo 26 años. Pero antes le dio tiempo a desempeñar un papel protagonista en el “equipo bonito” gracias al oficio de McPherson y de otro oftalmólogo, Roberto Abdalla Moura, a quien Tostao regaló la medalla de campeón del mundo.

Cincuenta años después, Tostao ha conversado con FIFA.com sobre la superación de aquella lesión, el caño a Bobby Moore, la actuación de Brasil contra Italia en la final, aquel llanto incontenible durante los últimos veinte minutos del partido decisivo y las razones por las que Pelé sigue siendo el mejor jugador de la historia.

Tenía solo 19 años en Inglaterra 1966. ¿Qué le pareció aquella experiencia?

Personalmente fue muy importante. Era el sustituto de Pelé. No logré jugar a su lado, pero pude verlo muy de cerca. Pelé era tan veloz y pensaba a tanta velocidad que sabía qué iba a hacer antes que nadie. Vi cómo gesticulaba, sus expresiones, sus movimientos. Por eso, cuando al fin jugué junto a él, todo me resultó más fácil. Creo que el 66 fue determinante para mi asociación con Pelé en el 70.

¿Le preocupaba la posibilidad de perderse el Mundial de 1970?

Mucho. ¡Tuve que superar tantísimos obstáculos! Corría el peligro de no recuperar la vista. Luego me tocó convencer a los oftalmólogos de que me dieran el alta para jugar, y después a los médicos de la Seleção. Como el otro ojo estaba bien, durante seis meses no había hecho nada más que leer libros, y debía recuperar la forma y el ritmo. Saldanha, quien creía mucho en mí, se había marchado. Zagallo no me conocía y se mostraba escéptico por mi lesión. Además, la Seleção llevaba ya tiempo entrenándose para el Mundial. Regresé justo antes de que empezara la competición y me salió una hemorragia en el ojo. Imagínense la situación.

En el Cruzeiro jugaba de mediocampista ofensivo. ¿Cómo llegó a convertirse en el 9 de Brasil?

En el Cruzeiro solía jugar en el medio campo, un poco más retrasado, en la creación. En los clasificatorios para 1970, bajo la batuta de [Joao] Saldanha, me proclamé máximo goleador, pero no jugué de espaldas a la portería. Cuando llegó Zagallo y recuperé la forma, me dijo que sería el suplente de Pelé porque ambos ocupábamos la misma posición. Quería jugar con un delantero centro puro, y para ello ya tenía a Roberto [Miranda] y a Dario.

Sin embargo, ya en México, hice un buen trabajo en un amistoso y el seleccionador me dijo que me podría de ariete. Jamás había jugado en esa posición en mi vida. Tuve que adaptarme. No fui un delantero centro típico, físico, rematador, sino que también habilitaba a Pelé y Jairzinho, que siempre se internaban en el área. Aunque prefería recibir el balón más atrás y crear ocasiones, el cambio era necesario. Por suerte, me adapté bien.

Muchos pensaban que Inglaterra tenía mejor equipo en aquel partido que se conoce como “la final que nunca fue” que cuando ganó el Mundial en 1966…

Inglaterra tenía un gran equipo. El partido resultó muy reñido, muy igualado. Por suerte, inventé aquella jugada individual, pasé el balón a Pelé, Pelé a Jairzinho, y ganamos. Sabíamos que corríamos el riesgo de perder el partido. Contra Uruguay se nos presentó un choque muy difícil. Sin embargo, el encuentro contra Inglaterra era menos peligroso para nosotros, porque, aunque hubiéramos perdido, nos habríamos clasificado igual para la siguiente ronda. Son dos de los partidos más complicados que disputé con la selección: el de Inglaterra y el Uruguay en aquel Mundial.

¿Cómo fue hacerle un caño al gran Bobby Moore y crear una jugada que sigue entusiasmando décadas después?

Bobby Moore era un gran futbolista, reverenciado en el mundo entero y campeón del mundo en 1966. Era un marcador magnífico, no te dejaba ni espacio ni tiempo. Pero no intenté aquello porque fuera Bobby Moore. Había mirado a la banda y había visto que Roberto estaba calentando para entrar al campo. Era delantero. Como sabía que a Pelé no lo sacarían, estaba seguro de que el cambiado sería yo. Comprendí que tenía que inventarme algo muy especial; de lo contrario, quién sabe si hubiera seguido de titular.

Me llegó el balón y probé un cañonazo desde lejos, que blocaron. Segundos después volví a tener la pelota en los pies. El partido estaba muy trabado. Me arriesgué con todo. Me las apañé para pasar el balón entre las piernas de Bobby Moore, lograr el regate y encontrar a Pelé. Aquello afianzó mi puesto en el equipo.

Una de las estrellas de aquel Brasil de 1970 era Rivellino. ¿Cómo recuerda sus disparos desde fuera del área?

Sus lanzamientos eran excepcionales, auténticas flechas, atronadores. Lo llamábamos “Patada atómica”. Marcó muchísimos goles desde fuera del área. Brasil tenía lanzadores increíbles (Nelinho, Eder,…), pero los disparos de Rivellino eran feroces y siempre estaban bien colocados, siempre precisos. Sus cañonazos eran de otro mundo. Se trataba de una de las cualidades de Rivellino. Era magnífico, muy inteligente y tenía una habilidad tremenda. Además, estamos hablando de un gran pasador, de un futbolista completo.

En lo persona, ¿qué nos dice de su actuación contra Perú?

Marqué dos goles importantísimos, pero no ofrecí mi mejor rendimiento de aquel Mundial. Mi mejor actuación fue contra Uruguay. Contra Perú, tuve dos ocasiones de marcar y sacar al rival del partido. Contra Uruguay, creé dos de los goles con pases cruciales, y de mis botas surgió el balón que Pelé estuvo a punto de introducir en la meta tras fintar al portero. No jugué como ariete tradicional, sino más bien como habilitador, como creador.

¿Qué opina de la actuación de Brasil contra Italia en la final?

Que fue excepcional. La primera parte se nos hizo complicada. Italia marcaba al hombre y no dispusimos de ocasiones. Allá donde fuera un brasileño, siempre tenía a un italiano detrás. Pero este tipo de marcaje cansa mucho y en la segunda parte se relajó bastante. Brasil jugó espectacularmente bien en la segunda mitad. Aunque Italia tenía un gran equipo, nosotros le ganamos por 4-1 en la final de un Mundial.

Al parecer, usted jugó los últimos minutos de la final en un mar de lágrimas…

Después del tercer gol, el que puso la final lejos del alcance de los italianos, me embargó la emoción. Empecé a llorar y no podía parar. Me puse a pensar en todo lo que había tenido que superar para llegar al Mundial, en lo cerca que había estado de perdérmelo. Había atravesado un mundo para que me operaran el ojo. Faltó poco para que me prohibieran ir a México y por poco no recibo la convocatoria. Me costó aclimatarme de nuevo al juego. Cuando comprendí que íbamos a proclamarnos campeones del mundo, no podía dejar de llorar.

¿Cree que el Brasil de 1970 ha sido la mejor selección nacional de la historia?

No lo sé, porque ha habido otros equipos nacionales muy grandes incluso en Brasil. En 1958 estaban Garrincha, Pelé, Nilton Santos, Didi. Sin embargo, en mi opinión, el combinado de 1970 era espectacular y revolucionario para su época, y además nos proclamamos campeones. La Seleção estuvo magnífica en 1982, pero no conquistó el trofeo. Nosotros triunfamos y con un fútbol espectacular. Fuimos revolucionarios porque desplegamos un fútbol moderno, que por aquella época no se veía en ningún sitio. Y contábamos con jugadores soberbios: Pelé, Gerson, Jairzinho, Rivellino. Creo que reunimos un equipo excepcional. Creo que encandilamos al mundo.

En su opinión, ¿quién fue el mejor jugador de Brasil en México 1970?

Pelé. Jugó increíblemente bien. Gerson, el organizador de la Seleção en el centro del campo, también tuvo un Mundial increíble. Jairzinho estuvo excepcional: marcó en todos los partidos. Y también Rivellino. Diría que esos cuatro, pero Pelé jugaba a otro nivel.

A futbolistas como Diego Maradona, Cristiano Ronaldo y Lionel Messi los han comparado con Pelé. ¿Cree que Pelé es el mejor jugador de todos los tiempos?

Creo que Pelé fue mejor que todos ellos. Para mí, no hay comparación posible. Pelé era muchísimo más completo. Reunía todas las cualidades que debe tener un delantero y ni un solo defecto. Maradona era espectacular, pero no se encontraba al nivel físico de Pelé ni marcó tantos goles. Messi es soberbio, pero no cabecea el balón como Pelé, no dispara tan bien con ambos pies ni se mueve como Pelé. Cristiano Ronaldo es un jugador excepcional, pero no tiene la habilidad de Pelé ni ejecuta los pases increíbles que él lanzaba.

Si se toman y se juntan en un solo hombre todas las cualidades de Cristiano Ronaldo y Messi, el resultado será un futbolista que pueda resistir la comparación con Pelé (risas).