lunes 14 junio 2021, 07:32

Rhian Wilkinson: "Los Juegos Olímpicos me han dado mis mejores momentos en el fútbol"

  • Rhian Wilkinson ganó el bronce con Canadá en los dos últimos Juegos Olímpicos

  • Ahora aspira al oro como entrenadora asistente de Gran Bretaña

  • Nos habla del talento británico, de Hege Riise y del Programa de Formación de Entrenadoras de la FIFA

La presencia de Rhian Wilkinson en Tokio 2020 no es ninguna sorpresa. De hecho, Wilkinson participó en las tres últimas ediciones del Torneo Olímpico de Fútbol Femenino y consiguió medalla en las dos últimas.

La exinternacional canadiense tiene una gran afinidad con esta competición, y se le considera desde hace tiempo una de las entrenadoras más prometedoras del fútbol femenino.

Sin embargo, lo que no era tan previsible hasta hace poco es que Wilkinson, de 39 años, fuera a sentarse en el banquillo de Gran Bretaña en su próximo enfrentamiento contra Canadá en Kashima.

No en vano, Wilkinson disputó 181 partidos con el combinado canadiense y, más recientemente, dirigió a las selecciones femeninas sub-17 y sub-20, cargos que compaginaba con el de segunda entrenadora de la absoluta. Era cuestión de tiempo, y un capricho del destino, que le llegara una oferta de trabajo al más alto nivel.

No obstante, cuando Kenneth Heiner-Moller decidió abandonar el banquillo del combinado canadiense, su federación optó por nombrar a Bev Priestman como su sucesora. Pese a que le ofrecieron trabajar junto a ella, Wilkinson —que felicitó de manera afectuosa y elegante a la mujer que le ganó el puesto— también eligió marcharse y dar el salto al extranjero.

“Tomé esa decisión para mejorar como entrenadora”, explica a FIFA.com. “Aprendí muchísimo de los entrenadores con los que trabajé en Canadá, pero siempre eran las mismas personas, las mismas jugadoras, el mismo estilo. Notaba que tenía que marcharme para crecer.

“Pero no fue fácil. Es muy difícil dejar tu casa, y es aún más complicado dejar a tu familia y amigos. En aquel momento, dejé mi trabajo sin tener otra oferta, porque sabía que ese era el camino que debía tomar”.

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Por suerte para Wilkinson, sus días de inactividad fueron escasos. En menos de dos semanas, Inglaterra la contrató como ayudante de Hege Riise, seleccionadora interina de las Leonas.

Después de haber expresado su deseo no solo de salir al extranjero, sino también de su zona de confort, este era exactamente el tipo de reto que estaba buscando.

“Inglaterra es actualmente un líder mundial en el fútbol femenino”, señala. “Cuando utilizo la palabra ‘privilegio’ para describir lo que significa estar aquí, lo digo de verdad, porque siento que es una época fascinante para formar parte del fútbol en este país.

“Y también me gusta mucho aprender de Hege. Es una mujer admirable en muchos sentidos”.

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Aprender de una leyenda

Wilkinson era consciente desde hace tiempo. De hecho, ingresó en el club de fans de Riise en el año 2005, cuando ambas compartieron vestuario en el Strommen noruego.

“Era el último año de Hege como jugadora y solamente actuaba en una zona muy limitada de la cancha, pero aun así lograba llevar el ritmo de los partidos y dominarlos. Tenía una técnica y una visión de juego excelentes.

“Cuando tienes el honor de jugar con una de las mejores futbolistas de la historia, lo primero que sientes es desaliento, porque te das cuenta de que nunca vas a poder acercarte siquiera a su nivel. Pero también es increíble ver cómo se deslizaba por el terreno de juego, como si no le costara esfuerzo, y cómo veía de manera instintiva dónde estaban los espacios y adónde tenía que ir el balón.

“Cuando volví al Strommen, ella era la segunda entrenadora y, quienes conocen a Hege, saben que es una mujer tranquila. Eso sí, cuando habla, sabe exactamente lo que hay que decir. Tiene una visión muy clara de cómo quiere entrenar.

“Otra cosa que me encanta de ella es que nunca pierde los papeles. Mucha gente pensará que, para ser entrenadora, tienes que gritar y ser muy efusiva, pero ella considera que no hace ninguna falta. Consigue más cosas conversando de manera sosegada con un par de jugadoras que aplicando todos los clichés de entrenadora autoritaria.

“Pienso que nos compenetramos muy bien en nuestro trabajo. Yo grito más que ella, doy más instrucciones en la cancha. Por lo general, me deja que sea yo quien dirija los entrenamientos, y ella los organiza. No tiene nada de ego, lo cual es poco habitual en una entrenadora, y le encanta que sean otras las que lleven la batuta y acaparen los focos”.

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Recuerdos de las medallas

Si bien su personalidad es distinta, Wilkinson y Riise tienen mucho en común. Y entre esas cosas que comparten se encuentran sus bonitos recuerdos de los Juegos Olímpicos, con una colección conjunta de cuatro medallas: tres bronces y un oro que ganó Riise en la edición de 2000.

Por tanto, era lógico que la selección de Gran Bretaña, que buscaba entrenadoras capaces de guiar al equipo en un torneo tan extraordinario como exigente, apostara por dos expertas con su entusiasmo.

“Los Juegos Olímpicos me aportaron mis mejores experiencias en el fútbol”, recuerda Wilkinson. “Soñaba con llegar a ser una atleta olímpica, pero nunca imaginé que podría colgarme una medalla, y subir al podio en Wembley en 2012 sigue siendo mi momento favorito en el fútbol.

“En aquel torneo, nuestras rivales jugaron mejor en muchos partidos, pero nosotras nos mantuvimos unidas, nos apoyamos siempre las unas a las otras y nos convertimos en las primeras canadienses en 86 años en ganar una medalla en un deporte de equipo.

“Río también fue un momento maravilloso para mí. Yo ya estaba en el ocaso de mi carrera y apenas jugué tres de los seis encuentros. Fueron, seguramente, los partidos menos trascendentes. No obstante, aunque me costó mucho pasar de ser titular a ser una suplente cuyo deber era ayudar a las compañeras que ya estaban en la cancha, me siento muy orgullosa de cómo lo hice.

“En aquel torneo me convertí en una líder y, sin duda, eso me ayudó a ser mejor entrenadora, porque entiendo el dolor que se siente al perder tu puesto en el equipo”.

Pero si hay algo aún peor que quedarse fuera del once titular es no entrar ni siquiera en la convocatoria, y eso es lo que les pasó a varias jóvenes promesas del fútbol británico. Además de empatizar con ellas, Wilkinson reconoce que le abrumó comprobar el calibre de las jugadoras que Gran Bretaña se ha visto obligada a dejar fuera.

“La cantidad de talento que hay en Gran Bretaña es increíble”, reconoce Wilkinson, de padre inglés y madre galesa. “Antes de llegar aquí, pensaba que era consciente de lo buenas que eran las futbolistas británicas, pero han superado con creces mis expectativas. Seleccionar un combinado con solo 16 jugadoras de campo fue una misión imposible.

“Ahora que las veo en acción, ¡me alegro tanto de haberme retirado! El otro día participé en un entrenamiento y ni siquiera olí la pelota. Es impresionante, y este país va a ser el núcleo del fútbol femenino en los próximos años.

“En cuanto a la selección, la gente quizá piense que debía haber representantes de todos los países que integran Gran Bretaña, pero nunca hemos tenido esa orden. Lo único que nos dijeron desde el principio fue que este grupo tenía que ir a por el oro y que solo podían venir las mejores”.

Orientación por parte de voces autorizadas

La única persona que había afrontado anteriormente esta “misión imposible” de seleccionar un combinado británico femenino es alguien a quien Wilkinson conoce muy bien. Al fin y al cabo, Hope Powell quedó emparejada con la preparadora canadiense en el Programa de Formación de Entrenadoras de la FIFA y, lógicamente, las preguntas sobre Inglaterra, el combinado británico y los Juegos Olímpicos fueron una prioridad.

“Me puse en contacto con Hope antes incluso de asumir este cargo, y me escribió un correo electrónico muy bonito cuando se concretó”, cuenta Wilkinson. “Es una persona a la que admiro profundamente, y me interesaba mucho conocer su opinión y todo lo que sabía.

“Yo soy así con todo el mundo. Siempre que alguien me dice ‘llámame cuando quieras’, ¡yo me lo tomo al pie de la letra! Cuando iba a irme de Canadá, llamé a Jill Ellis y a Sarina Wiegman, y ambas fueron muy generosas con su tiempo y sus consejos. Me gusta mucho este aspecto del fútbol femenino.

“El Programa de Formación de Entrenadoras de la FIFA es uno de los mejores programas en los que he participado. La parte de la formación fue fundamental, lógicamente, y muy beneficiosa, pero la red de contactos que se estableció fue muy importante también. Gracias a ese curso conocí a Jill y a Sarina, por ejemplo. Y no solo a las personas encargadas de la formación, sino también al resto de participantes, que entrenan a muy buen nivel.

“Es uno de esos programas que creo que deben tener continuidad, porque aportan mucha ayuda y confianza a las jóvenes entrenadoras en una etapa decisiva de su formación. Me siento muy afortunada de haber podido participar en él”.