Cuando no está jugando, entrenando o viajando a los partidos, es difícil encontrar a Paloma Fernández tumbada en el sofá haciendo un maratón de series. Es bastante más probable pillarla haciendo kilómetros en su bici de montaña, leyendo, cocinando… o lijadora en mano, dando rienda suelta a su creatividad.

“Soy una persona que no para”, reconoce entre risas. “Tengo un montón de aficiones que también me ayudan a evadirme un poco del fútbol, sobre todo cuando las cosas no van bien, como este año”.

Porque la ya excapitana del Espanyol –un histórico del fútbol femenino español ahora en horas bajas–, y nueva jugadora de Osasuna ha vivido una de sus temporadas más complicadas como profesional.

“A nivel de equipo esta ha sido una temporada bastante catastrófica (el Espanyol suma un año sin ganar y solo se libró de bajar a segunda por la suspensión de la temporada sin descensos por la COVID-19), y a nivel personal he contado poco para los entrenadores y no he podido ayudar. Y esa frustración de que quieres, pero ni puedes ni te dejan la llevo mejor haciendo mis cosas, construyendo mis muebles…”.

La cuenta de Instagram de #Palomanitas, uno de sus múltiples apodos, muestra los frutos de su bricolaje 'terapéutico'. La afición le viene de familia. “En casa mi padre tiene un pequeño taller con herramientas, mi abuelo también construía maquetas y, de pequeña, recuerdo entrar en el taller y decirle a mi padre ‘dame 4 tablas y una sierra que quiero construir algo’”.

Construir muebles a base de palés de madera se ha convertido en su especialidad. “Por ejemplo, le hice a mi hermana una mesa para el salón que quedó muy chula y también me hice un sofá para mi terraza. Como ya tienes la estructura, pues es lijarlo, tratar un poco la madera…”

Sus stories de Instagram son auténticos tutoriales, aunque de momento no se anima a hacerse Youtuber. “Me lo ha pedido mucha gente, que conste…” Se ríe.

A sus 30 años, la prioridad de la centrocampista sigue siendo el fútbol, y tras cerrar su etapa de 7 temporadas en el Espanyol, se muestra ilusionada con el reto de ascender a primera con Osasuna. “Están haciendo las cosas muy bien. Haber abierto dos veces el Sadar –donde juega el equipo masculino– para un equipo de segunda es ya un aliciente, y el proyecto es muy ambicioso”.

Ya tiene reservada una habitación de su nuevo piso en Pamplona para guardar las herramientas y sus nuevos trabajos... Y un plan para emplear su tiempo libre. “Es posible que compatibilice jugar en Osasuna con estudiar un módulo de carpintería, porque soy autodidacta y no descarto estudiar para aprender a diseñar bien, a entender de materiales…”

*Este artículo forma parte de nuestra nueva serie “Las mujeres en el fútbol”, en la que ofrecemos distintas miradas entre bastidores. La semana que viene nos centraremos en Rachel Brown.