jueves 12 enero 2017, 15:04

Neid: "Quiero contribuir a estimular el desarrollo"

La trayectoria de Silvia Neid como seleccionadora alemana no podría haber tenido un final mejor. Su equipo se impuso a Suecia en la final del Torneo Olímpico de Fútbol Femenino Río 2016 y Neid dejó el banquillo del combinado germano de la mejor manera posible: con una medalla de oro al cuello.

El pasado 9 de enero, la entrenadora, que tiene actualmente 52 años, culminó un gran 2016 con el premio The Best a la Entrenadora de la FIFA de Fútbol Femenino. En una entrevista en exclusiva para FIFA.com, Neid habló de los inolvidables momentos vividos en la reciente cita olímpica, de los cambios acaecidos en materia de entrenamiento y de sus nuevos retos.

Acaba usted de recibir el premio The Best a la Entrenadora de la FIFA de Fútbol Femenino 2016. ¿Cómo se siente?Ganar este galardón otra vez supone un gran honor para mí. Después de la conquista de la medalla de oro en Río 2016, este premio es la cereza del pastel. Me siento feliz y he pasado una tarde estupenda.

La conquista del oro olímpico en Maracaná supuso la culminación ideal de su carrera en los banquillos. ¿Qué es lo que añorará usted de ser entrenadora?Tuve mucho tiempo para hacerme a la idea de que tras los Juegos Olímpicos dejaría de ser seleccionadora alemana. Creo que echaré de menos la sensación de escuchar el himno sobre el césped junto con el equipo. No obstante, ya he tenido ocasión de escucharlo y cantarlo desde la tribuna, y me ha agradado la experiencia. Pienso que, aparte de eso, no añoraré nada. He vivido tantas cosas durante el tiempo en que he sido seleccionadora alemana... Ha sido una etapa fantástica en la que he tenido grandes momentos y conquistado títulos a base de mucho trabajo. Guardo grandes recuerdos, pero ahora estoy bien como estoy.

En los Juegos Olímpicos, ¿cuándo se dio cuenta de que usted y su equipo tenían posibilidades de lograr algo grande?Al principio nos costó un poco encontrar el ritmo, pero cuando vencimos a RP China por 1-0 en cuartos de final tuve claro que habíamos recuperado nuestra mejor versión y que la medalla de oro era posible.

Tras la final de Río declaró usted que el oro olímpico era la cereza del pastel para su carrera. ¿Qué es lo que hace que esa victoria constituya un logro tan especial?Hay varias razones. Primero, la selección alemana femenina nunca se había proclamado campeona olímpica. Segundo, yo había dicho que íbamos a Río para conquistar el oro, y cumplimos el objetivo. Tercero, logramos una medalla para la historia. Eso es algo que noto cuando me encuentro con cualquier integrante del plantel o del cuerpo técnico de aquel equipo. Entre nosotras hay un vínculo muy especial que durará toda la vida.

¿Cuál fue para usted el mejor momento del certamen, además de la entrega del trofeo de campeonas?El hecho de que la final se celebrase en el estadio de Maracaná y la sensación de estar allí en medio tras el partido sabiendo que habíamos ganado el oro. Eso fue algo que disfruté mucho. También el recorrido hasta la zona del estadio donde se encontraba nuestra afición, incluidos muchos amigos míos, y todas las autofotos que nos hicimos. Fueron momentos que no olvidaré mientras viva.

Tras la celebración sobre el césped, la fiesta se trasladó al vestuario. ¿Qué le regalaron sus jugadoras a modo de despedida?Decir que el vestuario se convirtió en una fiesta es quedarse corto . Lo mejor fue que tuvimos mucho tiempo para disfrutarlo en conjunto. Las jugadoras pusieron un vídeo que habían hecho ellas mismas y donde mostraban los cambios que la selección había experimentado en lo que al cuerpo técnico se refiere. No era sólo sobre mí, sino también sobre Ulrike Ballweg, Doris Fitschen, Michael Fuchs y todos los que dejaban el equipo. El ambiente en el vestuario era estupendo. Nos sentamos en el suelo y hubo varios discursos memorables. Fueron unos momentos fantásticos que tampoco olvidaré nunca.

En su opinión, ¿qué cambios ha habido en materia de entrenamiento en los últimos tiempos?Ahora hay mucho más personal cualificado, lo cual es positivo e importante. Siempre estamos tratando de mejorar. Las jugadoras son más rápidas, entrenan mucho más y reciben una formación mejor tanto en lo técnico como en lo táctico. Un entrenador no lo puede hacer todo solo y a la perfección, sino que necesita contar con ayudantes de su confianza. Su papel también es dirigir a todo ese equipo. En nuestro caso éramos un total de entre 45 y 50 personas. Para preparar los Juegos Olímpicos hicimos muchos entrenamientos híbridos, en los que el trabajo físico y táctico se combinaban formando un todo. Nuestra labor dio resultado y las jugadoras mostraron un estado de forma óptimo en el momento adecuado.

¿Qué le atrae de su nueva labor como ojeadora?La verdad es que me atrae todo. Por ejemplo, me agrada el hecho de tener más margen de maniobra. Cuando entrenas a un equipo tienes que estar todo el tiempo pendiente de tus jugadoras, de si hay alguna lesionada y de cuál es el estado de forma de cada una de ellas. Ahora dispongo de más tiempo para fijarme en otros equipos, y para saber más por ejemplo sobre qué se está haciendo en la vecina Países Bajos, en Suecia o en Estados Unidos. Tengo más tiempo para interesarme por el fútbol que me rodea, también en lo que a la modalidad masculina se refiere. El material a partir del cual puedo obtener conclusiones interesantes es ahora mucho más extenso. Busco nuevas tendencias y me dejo sorprender por las que puedan existir en el fútbol femenino. Quiero contribuir a estimular el desarrollo.

A lo largo de su carrera ha respondido usted a numerosas preguntas formuladas por periodistas. ¿Qué pregunta le gustaría que le hubieran hecho?Los periodistas suelen verlo todo o blanco o negro. Muchas veces me habría gustado que me preguntasen más sobre las razones futbolísticas que subyacían tras el resultado de un partido o tras un determinado planteamiento táctico. En ocasiones me he encontrado con periodistas muy buenos que me han formulado preguntas de ese tipo, pero, en general, el enfoque que adoptan es casi siempre el mismo: si ganas, todo está bien, y si pierdes, todo está mal. Creo que es un análisis demasiado simplista.