martes 20 julio 2021, 08:26

El largo camino hacia el sueño olímpico de los casi hermanos australianos

  • La amistad de Cameron Devlin y Keanu Baccus los ha llevado campos suburbanos a la cita olímpica

  • Los dos australianos, nacidos el mismo día, disfrutarán juntos de este evento

  • Australia regresa al Torneo Olímpico de Fútbol Masculino 13 años después

Cameron Devlin y Keanu Baccus estaban en plena adolescencia cuando se encontraron jugando juntos por primera vez, en los inicios de su odisea futbolística con el equipo juvenil del Western Sydney Wanderers. En el campo, su química en el mediocampo fue inmediata. Fuera del campo, pronto se hicieron amigos íntimos. Curiosamente, ambos nacieron incluso el mismo día: el 7 de junio de 1998.

Eran jóvenes prometedores, sí, pero como con muchos otros, no había ninguna garantía de que sus respectivas carreras progresarían. Sin embargo, al cabo de varios años, ambos han alcanzado cotas de ensueño con su presencia en el máximo acontecimiento multideportivo del planeta: los Juegos Olímpicos.

Los dos se disponen a jugar este jueves en el futurista Sapporo Dome con Australia, que pondrá fin a una ausencia de 13 años del Torneo Olímpico de Fútbol Masculino contra Argentina, en su primer compromiso en Tokio 2020.

Ha sido un largo camino en todos los sentidos desde sus comienzos en los modestos campos de fútbol de los suburbios de Sydney bajo la escrupulosa supervisión de Trevor Morgan, reputado fabricante de estrellas en Australia y actual seleccionador nacional sub-17.

"Éramos muy íntimos cuando estábamos en el Wanderers jugando al lado del otro en el mediocampo", afirma Devlin a FIFA.com desde la base de equipo en Hokkaido y sentado junto a Baccus, para dejar enseguida patente la camaradería entre ambos.

"Estar juntos ahora en el combinado olímpico es realmente especial y un sueño hecho realidad. Cuando ahora nos enfrentamos en la A-League siempre hay unas buenas risas y va uno a por el otro un poco, pero pasándolo bien", añade.

"Cuando [Baccus] subió al primer equipo [del Wanderers] antes que yo, tuve que dejar el club para poder ponerme a su altura", puntualiza Devlin.   

Ambos jugadores figuraban entre un amplio grupo de aspirantes que pugnaban por estar entre los apenas 16 jugadores de campo que se permitían en la convocatoria. De hecho, Devlin fue nombrado inicialmente como reserva, pero acabó siendo convocado al 100% tras aprobarse recientemente el aumento de las plantillas a 22 jugadores.

"Podría decirse que ambos estamos luchando por un puesto, pero nosotros no lo vemos así", subraya Devlin. "Los dos tratamos de ayudarnos mutuamente y ser lo mejores que podamos. Ser buenos amigos lo hace mucho más fácil".  

Baccus, nacido en Sudáfrica, revela que una de las primeras cosas que hará después de Tokio 2020 será añadir los cinco anillos olímpicos a su creciente colección de tatuajes. “[Ser olímpico] es un sentimiento increíble”, asevera. "Significa muchísimo para mí".

Cada uno se refleja en la energía del otro, y ambos hablan con un tono alegre y optimista sobre todos los temas. "Simplemente implicó un tiempo extra para crecer, jugar más partidos y ser mejores jugadores", responde Baccus al preguntarle si el largo intervalo transcurrido entre el clasificatorio y los Juegos Olímpicos fue un obstáculo. "También implicaba que podían pasar muchas cosas en ese tiempo, pero tuvimos fe en que los JJ.OO. se acabarían celebrando".

El sorteo favoreció poco a Australia, a la que también aguardan partidos contra España y Egipto en lo que el seleccionador Graham Arnold denominó el "grupo de los sueños". Esa mezcla de positividad y optimismo hace que la plantilla de los Olyroos presuma de un fuerte vínculo.

"Parece que no hayamos abandonado en ningún momento la concentración en Tailandia", añade Baccus, en referencia a la exitosa campaña del equipo en el preolímpico hace unos 18 meses. "Hay una positiva cultura de familia aquí. A todos nos gusta estar cerca unos de otros, y creo que eso quedará demostrado al llegar el primer encuentro".

Independientemente de lo que ocurra en sus respectivas trayectorias futbolísticas, los dos siempre serán olímpicos.

"Es un sentimiento bastante surrealista, para ser sincero", afirma Devlin. "Es algo con lo que probablemente hemos soñado todos nosotros durante estos cuatro o cinco años. Ponerse la ropa del equipo [nacional] cada mañana es muy especial, y algo por lo que todos estamos muy agradecidos".

"De niño siempre pensé que estaría genial ser olímpico. No calará plenamente durante un par de días, hasta que acabemos el primer encuentro, pero nos está encantando de verdad", concluye.