miércoles 22 julio 2020, 19:45

La Guayana Francesa, entre dos fuegos sagrados

  • Es la nueva entrega de nuestra serie “El Juego Global”

  • El fútbol, una pasión compartida entre Francia y Brasil

  • Su momento de gloria: clasificarse para la Copa Oro 2017

Del choque de cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA México 1986™ al de Alemania 2006, pasando por la final de la edición de 1998, los últimos partidos entre Francia y Brasil en la cita mundialista hicieron felices a millones de personas en territorio francés, e infelices a otros cuantos millones en Sudamérica. Pero para unos 270.000 individuos, siempre habría habido motivos para celebrar fuese cual hubiese sido el resultado de esos apasionantes encuentros.

La Guayana Francesa, en efecto, es una colectividad territorial francesa, pero tiene la particularidad de estar situada a 7.000 km de la metrópolis, y de ser fronteriza con Brasil. Por tanto, cuenta en su palmarés con los dos Mundiales que conquistaron los Bleus en 1998 y 2018, y vivió muy de cerca los cinco títulos mundiales auriverdes.

Así pues, no es ninguna sorpresa que la Guayana Francesa respire y adore el fútbol, ni que esa pasión alcance su cénit cuando Francia se enfrenta a la Seleção, aunque numerosos corazones y hogares están divididos en esas ocasiones. “Brasil es el esteticismo del fútbol. Además, somos sudamericanos, y la geografía es insoslayable”, explicaba en 2006 Auxence Contout, educador e historiador francoguayanés, al diario Le Monde. “Pero yo voy con Francia”.

Si bien la Guayana Francesa, segunda región o colectividad francesa más grande, es también una de las más pobres, pasa por ser una especie de El Dorado para muchos brasileños, que vienen regularmente a instalarse allí en busca de un futuro mejor. Lógicamente, se han ido formando numerosas parejas franco-brasileñas y, en cada una de ellas, se ha ido desarrollando una relación de cariño y de rivalidad por la selección del cónyuge.

Experiencia y apoyo

Así, en las calles y en los terrenos de juego (oficiales o improvisados), pueden encontrarse tantas camisetas amarillas como azules. Y en los bares, se retransmiten los partidos de fútbol en dos pantallas: una conectada a una cadena francesa; la otra a un canal brasileño.

Sin embargo, aunque el entusiasmo en tierras francoguayanesas no tenga nada que envidiar al de la Francia metropolitana ni al de la vecina Brasil, no puede decirse lo mismo respecto a la práctica.

La Guayana Francesa, considerada durante mucho tiempo un “infierno verde” por su vegetación, su calor y su humedad ecuatoriales, ha venido estando desatendida en materia de desarrollo en relación a las demás colectividades francesas, y el desarrollo del fútbol no constituye una excepción.

En noviembre de 2019, una delegación de la Federación Francesa de Fútbol hizo un balance de la situación, poniendo de relieve la falta de infraestructuras, de recursos de mantenimiento, de clubes de proximidad y de personal directivo. De ese modo, se estableció una lista de prioridades, con el fin de ofrecer a los 7.500 federados y a los 60 clubes del departamento los recursos para ejercer su pasión en las mejores condiciones posibles.

Al margen de las inversiones federativas, han surgido varias alianzas entre clubes de la Francia metropolitana y formaciones locales.

Así, el AS Saint-Étienne estableció un acuerdo con la Liga de Fútbol de la Guayana Francesa para permitir a los equipos sub-15 y sub-19 realizar prácticas de entrenamiento en el conjunto verde, y para ofrecer cursos de formación a los entrenadores locales.

El Dijon, por su parte, colabora en condiciones similares con el ASC Rémire. “Están ahí para apoyarnos, decirnos cómo podemos hacer las cosas, y guiarnos en la formación gracias a su experiencia”, explica Frédéric Lafontaine, vicepresidente del club francoguayanés. “Nuestros jóvenes podrán, en el marco de una estancia allí, beneficiarse del acceso al centro de formación y ver los entrenamientos de los profesionales, y tendrán condiciones privilegiadas de alojamiento”.

Bandera tricolor y camiseta auriverde

Históricamente, francoguayaneses de renombre como Florent Malouda, Bernard Lama o Jean-Claude Darcheville brillaron en Francia y luego en Europa. Y actualmente, Mike Maignan (Lille), Odsonne Edouard (Celtic de Glasgow) o Jean-Clair Todibo (Barcelona) figuran entre los más prometedores.

Desgraciadamente, la selección local rara vez puede beneficiarse de su talento, ya que, como departamento de Francia, no puede estar afiliada a la FIFA.

En cambio, lleva siendo miembro asociado de la CONCACAF desde 1978 y miembro de pleno derecho desde 2013, lo que le permitió firmar la mayor proeza de su historia en 2017, clasificándose para la prestigiosa Copa Oro.

Liderados por un Florent Malouda que entonces tenía 37 años, los Yana Dòkòs (los “doctores”, o los “maestros”), principalmente jugadores aficionados que tuvieron que llegar a un acuerdo con sus empleadores para participar en el certamen, tuvieron el honor de medirse sucesivamente a Canadá, Honduras y Costa Rica.

Cierto es que los francoguayaneses perdieron sus tres partidos, pero pudieron jugar por primera vez en un escenario de prestigio luciendo con orgullo la bandera azul, blanca y roja de Francia… y camisetas amarillas y verdes que recuerdan extrañamente a la bandera brasileña.

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Este artículo forma parte de la serie “El Juego Global”, que te cuenta cómo se vive el fútbol en los lugares más remotos y alejados de los focos. La semana que viene viajaremos a Liechtenstein.