El día que Rivaldo amargó a Brasil

El extraordinario empate que con diez hombres sacó Sudáfrica ante Brasil en el debut de ambos en el Torneo Olímpico de Fútbol Masculino dejó una actuación que imantó todos los micrófonos y cámaras de la zona mixta del estadio Nacional de Brasilia: la del arquero Itumelang Khune. Pero detrás de las atajadas del 1, surgió otra historia: la del día que un Rivaldo amargó en su propia casa a Brasil.

“Mi padre es un gran fan del fútbol brasileño y Rivaldo era su jugador favorito, por eso me puso su nombre”, le cuenta a FIFA.com Rivaldo Coetzee, que en la cancha demostró que no es sólo un nombre curioso: fue uno de los puntos altos de la gran actuación de los sudafricanos y es una de las grandes esperanzas del fútbol de su país. No por casualidad en octubre de 2014 se convirtió, a los 17 años, en el jugador más joven de la historia en debutar con la selección mayor, los Bafana Bafana.

“Desde que era un niño pequeño que tengo una pelota conmigo”, cuenta, recordando cuando vivía en Kakamas, un pueblito lejano de menos de 10.000 habitantes a poco más de una hora de la frontera con Namibia. En los genes tenía la pasión por el juego de su papá Trevor: “Él era arquero en un equipo amateur y, cuando iba a la cancha, yo tenía mi propia pelota y jugaba detrás de su arco con mis amigos”.

Ninguno de ellos se sorprendía por su inusual nombre: “Crecí en un lugar pequeño, todos sabían que yo amaba el fútbol. Tal vez pensaban que era el nombre justo para que él (lo haya puesto) porque estaba todo el tiempo con fútbol”.

Mira videos en YouTube de Rivaldo -”es algo con lo que crecí”- y de pequeño admiraba también a “Ronaldo, Roberto Carlos, Robinho, todos ellos, por el tipo de fútbol que jugaban”. “Nadie podía pararlos”, dice justo él, que se las arregló junto a sus compañeros para disimular la desventaja numérica e inutilizar a una gran estrella como Neymar y a promesas de lujo como Gabriel Jesús y Gabigol.

“Sabíamos que Brasil está bajo presión. Había mucha sobre ellos y la usamos como ventaja. Más largo se hiciera el partido, más los hinchas iban a estar detrás de sus espaldas. Vimos que se frustraban, que empezaron a rematar desde fuera del área. Es algo que no suelen hacer”.

Ambición a prueba de fracasos y balón jugado Tiene apenas 19 años y se le notan en su “me siento en la Luna”, dicho con la cara iluminada, con el que inició la charla. Pero la ambición para su edad parece de alguien diferente. Está bien que se siente “muy orgulloso por lo que hice y por lo que hizo el equipo”, pero no quiere el viaje lunar descentre al equipo.

“No queremos adelantarnos. Creo que haber mantenido el arco en cero con diez hombres durante buena parte del segundo tiempo es algo desde lo que podemos construir Creamos algunas ocasiones. Necesitamos volver a los entrenamientos y asegurarnos de que cuando tengamos esas ocasiones, las convirtamos. Si otro equipo tuviese esas chances, perderíamos, Depende de nosotros trabajar y mejorar en la definición”.

Semejante personalidad la labró al debutar apenas con 13 años en la Segunda División, la tercera categoría sudafricana, e insistiendo para tener su oportunidad en el fútbol grande: fue a probarse al Ajax Cape Town -equipo filial del Ajax en Ciudad del Cabo- y lo rechazaron. Volvió y lo rechazaron. No se rindió y lo mismo.

Finalmente lo aceptaron y en un mes pasó de la Sub-15 a la Sub-17. A los dos años jugaba en la Primera de un club en el que por filosofía no juega cualquier central: “Es un equipo que le gusta tener la posesión. Aprendí que tengo que estar cómodo con la pelota, ser capaz de inicial el juego porque es lo que los equipos extranjeros quieren. Y mi ambición es jugar fuera”.

Con partidos como el del jueves, parecería una cuestión de tiempo, aunque le haya podido costar un disgusto en la familia: “No creo que mi padre siga apoyando más a Brasil. Desde ahora, no creo que lo haga”, bromeó . No parece que Trevor esté molesto porque su hijo Rivaldo puso en un brete al fútbol que siempre amó: “Hablé anoche con él. Me dijo que no podía dormir porque estaba muy nervioso por mí. Espero que lo haya hecho sentir orgulloso con lo que conseguí. Para mí es sólo subir un escalón a la vez para que esté todavía más orgulloso”.