domingo 25 septiembre 2016, 00:31

Cuando la República de Corea emocionó a Beckham

En las finales de la Copa Mundial es tanto lo que hay en juego que normalmente suelen ser partidos tensos, poco memorables. No todos, afortunadamente. Una de esas excepciones fue la espectacular final de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Trinidad y Tobago 2010. Un fútbol electrizante, seis impresionantes goles y una tanda de penales dieron como resultado un espectáculo plagado de emoción, que culminó con la República de Corea alzando el primer título mundial para su país ante un público totalmente entregado.

Uno de los presentes aquel día en Puerto España fue David Beckham. La leyenda de Inglaterra y del Manchester United, al igual que el resto del público, se quedó maravillado con la habilidad y el espíritu de las jóvenes Guerreras Taeguk, que remontaron hasta en dos ocasiones para acabar coronánodose. Lo curioso es que nadie las daba como favoritas. De hecho, en el estadio no había acreditado ni un solo periodista coreano para dar fe de su histórica gesta.

Aun así, ellas se sintieron espoleadas por este escepticismo, tal y como confesó a FIFA.com esta semana Yeo Minji, ganadora de las dos principales distinciones individuales del torneo, el Balón y la Bota de oro adidas. "Sabíamos que nadie esperaba que llegásemos tan lejos, pero eso nos dio un extra de motivación para unirnos más como equipo y demostrar nuestra valía", rememoró. "Japón estaba más arriba que nosotras en la tabla y tenía algunas jugadoras buenas, con todo, nosotras teníamos nuestros puntos fuertes e hicimos lo necesario, luchamos sin ningún miedo".

Heroína a su pesarSu técnico, Choi Duckjoo, dijo posteriormente que "el principal motivo" del éxito de la formación fue su espíritu de lucha y esa disposición a no rendirse jamás. "No puedo atribuirme el mérito", añadió. "Ganamos porque tuve el placer de entrenar a un grupo de jugadoras con mucho talento y muy trabajadoras".

No obstante, el humilde seleccionador de la República de Corea sí que desempeñó un papel fundamental en el gol que supuso el 2-2, un potente lanzamiento de falta a larga distancia ejecutado por Kim Areum en el tiempo de descuento de la primera parte. "Sentí que iba a marcar aquel tiro de falta porque poco antes había golpeado la madera", explicó la capitana a FIFA.com sobre el disparo más importante de su carrera hasta la fecha. "También oí al entrenador desde el banquillo diciéndome que liberara mi mente y que apuntara al blanco, y eso es lo que hice".

Instrucciones sencillas, sin duda, y sin embargo, con la presión del momento, la lógica no sirve de nada. Ese objetivo tan básico fue misión imposible para dos jugadoras de Japón en la tanda penal, y eso que ellas estaban a 11 metros, no a 32 como Kim. Dos fallos que dejaron a la República de Corea a un paso de la gesta. En ese instante de máxima tensión, Jang Selgi, la benjamina del grupo, dio un paso al frente y materializó un penal impecable que se estrelló en la parte alta de la red. La ejecución fue perfecta y en apariencia sin nervios. Nada que ver con la realidad, según la propia interesada.

"Echando la vista atrás, no me tocaba lanzar, pero era cuestión de todo o nada y nadie quería asumir la responsabilidad. Yo era la más joven y no me quedó otra que hacer lo me dijeron las más mayores. Todo el mundo estaba nervioso en ese momento, y yo creo que tuve suerte de batir a la guardameta".

Fiesta presidencialPese a que la manera en la que Japón perdió fue desgarradora, Hiroshi Yoshida, el abatido técnico de las jóvenes Nadeshiko, tuvo la deferencia de admitir la "valentía y el espíritu" del rival. Choi, por su parte, no pudo contener su alegría. "Estoy como en un sueño", exclamó entusiasmado. "El hecho de que hayamos tenido que luchar tan duro hace que el premio sea incluso más especial".

La prensa coreana, que brilló por su ausencia en Puerto España, subsanó su error presentándose en masa a cubrir el triunfal regreso del equipo. Fue entonces, en la bienvenida a las heroínas en Seúl, cuando Yeo se dio cuenta del alcance de la situación.

"De camino a casa celebramos una pequeña fiesta en Nueva York", apuntó, "pero no fuimos conscientes de lo que habíamos logrado hasta que llegamos a casa. En el aeropuerto nos esperaba un contingente inmenso de periodistas y aficionados para festejarlo con nosotras. Incluso nos invitaron a la Casa Azul (el palacio presidencial de la República de Corea). Ese sigue siendo un grato recuerdo".

Yeo y compañía merecieron toda esa fanfarria. Ahora la cuestión es si, a escasos días de que comience una nueva edición de la Copa Mundial Femenina Sub-17, otra selección no favorita puede seguir los pasos de las jóvenes Guerreras Taeguk y hacer historia.