miércoles 24 enero 2018, 19:34

Aimar: "Me quedaron un montón de cuentas pendientes"

  • A los 38 años, colgó oficialmente las botas

  • Hace poco charló con FIFA.com sobre su carrera

  • "Tomo el paso del tiempo como algo natural"

Pablo Aimar dijo adiós al fútbol definitivamente el martes 23 de enero de 2018, y lo hizo de la manera que quiso: jugando por primera vez oficialmente con su hermano Andrés, en el equipo que lo vio nacer, Estudiantes de Río Cuarto, y con uno de los técnicos que más lo marcó en su carrera en la tribuna: Marcelo Bielsa.

Estudiantes quedó eliminado de la Copa Argentina tras empatar 0-0 contra Sportivo Belgrano, pero el resultado fue lo de menos para el excrack de River Plate, Valencia, Real Zaragoza y Benfica.

Aimar jugó 50 minutos y se fue ovacionado por su gente. Tras debutar a los 16 años, se dio el gusto a los 38 de tener su partido de despedida jugando por algo. Su cabeza ya está de lleno metida en su función de seleccionador de la Sub-17 de Argentina.

FIFA.com dialogó con el argentino, un FIFA Legends que estuvo presente en dos Copas Mundiales de la FIFA, un tiempo antes de su despedida.

Pablo, el tiempo ha pasado desde aquella aparición en el fútbol grande. ¿Cómo lleva el paso del tiempo? Lo llevo bien. Está claro que a todos nos gustaría ser más jóvenes de lo que somos. Sobre todo en el caso de los exfutbolistas. Las FIFA Legends, por ejemplo. Si a todos nos preguntás en qué momento nos gustaría ser más jóvenes es ese: el de jugar al fútbol nuevamente, el de poder correr y divertirse como lo hacíamos cuando teníamos 25 años. Pero lo tomo como algo natural.

¿Qué es lo mejor de ser un jugador profesional? ¡Jugar con una pelota! El día a día, estar con compañeros, divertirme y reírme durante todo un entrenamiento. Eso es lo que extraño de ser jugador profesional. Quizás en el momento no te das cuenta. Cuando sos profesional no tenés que alquilar una cancha para jugar, como sí hago ahora con mis amigos, sino que te dan la mejor ropa, los mejores botines. Me ha pasado de llegar a casa con cuatro pares de botines y que un amigo me diga “antes usabas uno durante dos años, ¿para qué tenés cuatro ahora?”. Todo viene de la mano de hacer algo que te gusta, que te apasiona. Y te tratan de manera inmejorable: los hoteles en los que vivís, la ropa con la que entrenás y jugás…

¿Y lo peor? Las lesiones. Cuando no podés jugar por un tema físico. Ver que tus compañeros salen a entrenar y vos no podés. O van a jugar y vos lo tenés que mirar de afuera. Eso es lo peor.

¿Le quedó alguna cuenta pendiente? ¡Mil! Un montón, un montón. Juego con los FIFA Legends y veo muchachos que han ganado una Champions, de la que a mí me tocó perder una final. ¡Han ganado mundiales! A mí me ha tocado ganarlo pero en juveniles. Son todas cuentas pendientes.

Todos empezamos a jugar soñando con lo máximo: ganar un Mundial con tu selección. Jugar y hacer el gol de Iniesta, el de Goetze. Ellos seguramente tengan alguna cuenta pendiente pero una vez que se sacaron esa, las demás, ya está… (ríe)

Hablemos del juego: ¿qué es ‘saber de fútbol’ para Pablo Aimar? No sé quién puede decir eso, que ‘sabe de fútbol’. El fútbol tiene tantas variantes, está tan atado al azar… no sé si alguien te puede decir “esta es la manera, si jugamos de esta manera ganamos”. Se puede hablar de estadísticas, pero no sé si saber de fútbol es decir que “en el mundial del 70 se marcaron tantos goles”. Eso es saber de historia del fútbol, no de fútbol.

Se lo ha mencionado mucho por ser el ídolo de la infancia de Lionel Messi. ¿Quiénes eran los suyos? Cuando era chico jugaba en Estudiantes de Río Cuarto y el 10 de la Primera se llamaba Jorge Rodríguez. Me gustaba mucho. Ya en Buenos Aires admiraba a (Néstor) Gorosito, aunque después me tocó entrenar con (Enzo) Francescoli y bueno… estar en el mismo campo con alguien que juega tan bien, que hace todo tan simple y estético; te hace disfrutarlo y convertirlo en referente. También jugué con (Ariel) Ortega. ¡Maradona! Diego es casi un lugar común en todos los argentinos que hemos jugado al fútbol. Siempre sale su nombre.