domingo 14 febrero 2016, 13:47

Amor y fútbol, un mismo fuego

"¿Usted vive con alguien? Si tiene una amiga o una esposa, debe amarla mucho. Es lo mismo con el balón, hay que amarlo. Y también hace falta cuidarlo", opinaba el carismático entrenador argentino Ricardo La Volpe, para quien el fútbol y el amor están íntimamente ligados. El brasileño Ronaldinho aprovechó el rebote de esa frase para rematar años después: "La pelota es mi amiga, mi compañera, mi prometida. Lo es todo para mí. Sin bola, no soy nada".

Al igual que los dos sudamericanos, son muchos los habitantes del planeta fútbol que no pueden separar amor y balón. Declaraciones, trabajos, regalos, tatuajes… Para un futbolista, todo puede ser un buen pretexto para demostrar la importancia que su vida afectiva tiene para su vida profesional. Y no debería extrañar: son dos destinos que se alimentan de un mismo fuego sagrado: la pasión. FIFA.com reaviva la llama de esa locura doble compilando aquellos instantes en los que el deporte rey y el amor se han unido. En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad…

Misa y Messi En Argentina, dos parejas mexicanas decidieron darse el "sí" en octubre de 2007. Nada de raro en ello, salvo que esta 'particular' boda se celebró ante el retrato de su ídolo, Diego Armando Maradona, y con un balón por testigo. "Que lo que el dios del fútbol ha unido no lo separe el hombre", proclamó el oficiante de la Iglesia Maradoniana para bendecir a las parejas en el transcurso de la celebración.

La celebración más especial del español Andrés Iniesta

En otra clase de celebraciones, otros argentinos, Gabriel Batistuta y Lionel Messi aprovecharon uno de sus goles para enviar mensajes de amor a sus compañeras correspondientes. Después de haber encontrado el camino de la portería mediante un magistral golpe franco contra el AC Milan en la Supercopa de Italia (1996), Batigol, a la sazón jugador del Fiorentina, se dirigió a las cámaras para declarar su amor a su mujer en estos términos: "Irina, te amo". Messi, por su parte, abrió las puertas de su corazón con otro mensaje a su novia en semifinales de la Copa del Rey 2009 contra el Mallorca (1-1). Su gol valió su peso en oro, porque significó el acceso del Barcelona a la final.

En noviembre de 2006 contra el Levski de Sofía, su compañero de equipo Andrés Iniesta también decidió lanzar una dedicatoria a su compañera en la Liga de Campeones de la UEFA. El menudo centrocampista festejó la segunda diana de los catalanes besándose la muñeca izquierda: "Lo hice para variar un poco", confesó a la prensa especializada al explicar que su intención era dedicar su gol a su Ana.

En cambio, el exmadridista Raúl nunca cambió su estilo de celebración. El mítico número 7, pese a su intensa historia de amor con el club merengue, sin embargo, era a su mujer a la que juraba fidelidad eterna besando el anillo tras cada tanto que marcaba.

t3dspxxmknvq7gfr8stz.jpg

La clásica celebración de Raúl González

Lunáticos que prometen la Luna En caso de victoria en una Copa Mundial de la FIFA, siempre hay quien arriesga promesas románticas. El italiano Domenico Criscito, por ejemplo, anunció antes de Sudáfrica 2010: "Si gano el Mundial, prometo que mi mujer Pamela y yo tendremos un hijo. Su compañero de equipo, Federico Marchetti, guardameta del Cagliari, redobló el envite: "Yo me casaré con mi prometida, Rachele, y me haré un cuarto tatuaje". En ese sentido, una buena fuente de inspiración podría ser David Beckham, que ostenta en su brazo izquierdo el nombre de su mujer escrito con tinta, y en el antebrazo un tatuaje con su imagen y los dibujos de una rosa por cada año que lleva casado.

Porque para probar su amor, a Beckham no le faltan argumentos. Queriendo festejar como es debido sus diez años de casados, llevó a su dulcinea a la suite de un lujoso hotel para disfrutar de una cena a la luz de las velas, a cuyo término le regaló una magnífica joya de diamantes. Quizá tuviera en mente la célebre fórmula de su compatriota Glenn Hoddle: "La pelota es como un diamante: no te deshaces de ella, la das".

Y mientras el presidente del Chelsea, Roman Abramovitch ofreció a su prometida un pedazo de luna (unos 400 km2), el legendario extremo del Liverpool Bill Shankly, movido sin duda por sentimientos similares, puntualizó: "Por supuesto que no llevé a mi mujer a ver al Rochdale como regalo de aniversario de bodas. Era su cumpleaños. ¿Pero es que creen que se me habría ocurrido casarme en plena temporada de fútbol? Además, no era más que un partido de los suplentes del Rochdale".